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Mientras Rita se atrincheraba tras los restos de una silla de manos y una desvencijada cómoda, huyeron dos chicas, las menos valientes; y habiendo tenido Manolita la buena ocurrencia de cegar momentáneamente a su primo arrojándole a la cabeza un chal, pudo evadirse también Rita, jefe nato del motín.

Dió un rugido, amenazando con sus puños á los insolentes que acababan de devorar su comida, pero éstos huyeron, estableciendo cierta distancia entre ellos y el coloso. Además se sentían protegidos por las tinieblas de la noche, y contestaron con risas y exclamaciones de burla á la protesta del Hombre-Montaña.

En los primeros instantes que a la venganza de Morsamor se siguieron, parecía que Morsamor iba a triunfar por raro prodigio de su feroz valentía. Los que habían entrado en el edificio con Balarán huyeron al verle muerto. Volvió a cerrarse la puerta por donde habían entrado.

Nuestros agentes continúan en este momento su requisa de vacas por todos los distritos inmediatos. Pero el gigante se mostraba ahito del amamantamiento por manga de riego, é hizo un gesto negativo. Volvió á rugir el portavoz dando órdenes, y huyeron las vacas hacia la selva, perseguidas por los gritos, las pedradas y los garrotes en alto de sus conductores.

Y sonrió por última vez a Ojeda, como si contemplase en él un socio futuro de las grandes empresas ofrecidas generosamente. Al verse libres los dos amantes de su verbosidad serena e inagotable, huyeron del banco, continuando el paseo.

Y eštaba lexos de ellos un hato de muchos puercos paciendo: Y los demonios le rogaron diziendo, Si no echas, permittenos que vamos en aquel hato de puercos. Y dixoles, Id. Y los porqueros huyeron, y viniendo

Los aviones del Comité, con sus temibles chorros de luz negra, suprimieron todas las islas movibles artilladas por los hombres. Apenas fueron volados unos cuantos de aquellos navíos colosales, las tripulaciones huyeron de los demás, dejándolos abandonados en los puertos.

Ocho dias despues, 500 Cários armados, con gran secreto, y sin saberle nosotros, se fueron dos ó tres leguas del real, á buscar los Maigenos que huyeron: y habiendo dado en ellos, pelearon con tanta obstinacion que murieron 300 Cários é ¡numerable multitud de los Maigenos, que eran tantos, que ocupabon cerca de una legua.

Un lamento de muerte rasgó el espacio, llegando a los oídos de todos los hombres. «¡El gran Pan ha muerto!...» Las sirenas se sumergieron para siempre en las glaucas profundidades, las ninfas huyeron despavoridas a las entrañas de la tierra para no volver jamás, y los templos, blancos, que cantaban como himnos de mármol la alegría de la vida bajo el torrente de oro del sol, se entenebrecieron, sumiéndose en el silencio augusto de las ruinas. «Cristo ha nacido», gritó la misma voz.

-Con facilidad será vuestra merced satisfecho -respondió el licenciado-; y así, sabrá vuestra merced que, aunque denantes dije que yo era licenciado, no soy sino bachiller, y llámome Alonso López; soy natural de Alcobendas; vengo de la ciudad de Baeza con otros once sacerdotes, que son los que huyeron con las hachas; vamos a la ciudad de Segovia acompañando un cuerpo muerto, que va en aquella litera, que es de un caballero que murió en Baeza, donde fue depositado; y ahora, como digo, llevábamos sus huesos a su sepultura, que está en Segovia, de donde es natural.