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Nada de particular hallamos durante nuestro tránsito por las nuevas poblaciones, a no ser la inquietud alarmante y los preparativos de defensa. En La Carolina y en Santa Elena escaseaban mucho los hombres, porque la mayor parte habían ido a incorporarse a la legión formada por D. Pedro Agustín de Echevarri, partida cuya base fueron los valerosos contrabandistas del país.

Al estallar ésta en 1808, Elías dejó sus costumbres sedentarias, sus Pandectas, su Digesto y sus Dacretales, para militar en las filas de Echevarri y el Empecinado; hizo con el primero toda la campaña de Navarra, y organizó una porción de somatenes en Castilla al pasar Napoleón de vuelta de Madrid.

Al salir de Bailén supimos la derrota de los paisanos y soldados de regimientos provinciales en el puente de Alcolea, y en Alcaudete nos dieron otra terrible noticia, referente a la entrada de los franceses en Córdoba y al saqueo de aquella hermosa ciudad. Esto y el encuentro de algunos dispersos de la partida de Echevarri nos inclinó a tomar el camino de

Aquellos pobres paisanos a quienes no se puede negar el valor, huyeron ante las tropas disciplinadas del general Dupont. En Córdoba tampoco se les opuso resistencia, y ¡qué horror, Dios mío! ¡Qué tres días de angustia! Todos creíamos que los franceses entrarían con bandera de paz, porque la gente de Echevarri abandonó la ciudad, y los de aquí no trataban de hacer resistencia.

Sus amigos chacolineros pasaban por el despacho para noticiarle misteriosamente cuándo se abría pipa nueva. Capitán, esta tarde, donde Echevarri, dan espiche á un chacolín de dos años.

Entre los paisanos armados que se juntaron con Echevarri existía un grupo compuesto de contrabandistas de Sierra Morena, de Villamanrique y de Pozo Alcón, con los cuales fraternizaron bien pronto, formando amistosa cuadrilla, los licenciados de Málaga, batallón que se formó con alguna gente condenada por faltas, y que la Junta tuvo a bien indultar.

La primera división la mandaba Reding; la segunda, Coupigny, y la tercera, Jones; la reserva estaba a las órdenes de D. Juan de la Peña, y mandaban destacamentos sueltos, de mil hombres poco más o menos, en calidad de tropas volantes para mortificar al enemigo, D. Juan de la Cruz, el marqués de Valdecañas y D. Pedro Echevarri, que después fué uno de los más famosos polizontes de la reacción.