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Y la buena mujer introdujo al cocinero mayor en una sala baja, y de ella en una alcoba, donde, asistido por un fraile francisco, había un anciano expirante. ¡Señor arcipresteseñor arcipreste! dijo la anciana ; he aquí vuestro hermano que ha llegado. Abrió penosamente los ojos el moribundo. No veo dijo con voz apenas perceptible.

En cambio, la señora de Maurescamp había concebido por el joven, desde la primera vez que le vio, la más grande antipatía, la que no se cuidaba de disimular. Fue, pues, con disgusto que le vio instalarse por tres semanas en la Venerie, en los primeros días de noviembre, pues hasta entonces, sólo había asistido a las comidas o al almuerzo con motivo de la caza.

Había asistido en su niñez á las representaciones de Lope de Rueda, y presenciado el maravilloso efecto de obras de un orden inferior, cuando en su exposición reinaba la vida y el movimiento; y los teatros de Madrid, que más tarde pudo observar de cerca, lo excitaron vivamente á acometer empresas análogas.

¡Vaya un asco! ¡Como si aquel estudiante honorario hubiese asistido al curso de anatomía media docena de veces...! Al fin, el tío, en vista de las protestas, se decidió a destrozar la pieza, pues en su calidad de solterón sabía un poco de todo.... ¡Brava manera de masticar!

Madame Récamier, a quien dicen que me parezco, me he dispensado una acogida excelente; he asistido en su casa a una lectura que ha dado M. de Chateaubriand, quien ha leído una tragedia titulada «Moisés»; la figura de este grande hombre me ha impresionado más que sus versos: tiene el aire majestuoso de un rey en medio de su corte.

Ya que se da tanto crédito á la opinión de algunas autoridades en la materia, recordaré, para combatir esta opinión, que habiendo asistido Goethe á la representación de El Príncipe Constante, poco después de traducido por Schlegel, declaró que el teatro alemán conquistaría con el estudio de Calderón terrenos completamente nuevos, que Immermann le apellidó poeta dramático par excellence, esto es, el dramático que, en grado superior á todos, había juntado á la poesía más vigorosa y elevada la mayor habilidad técnica, y el dominio más perfecto de las tablas.

Esto me preocupa tanto como si fuese yo quien debiese hablar. Hay aquí una larga interrupción. 5 de febrero de 1805. Hoy he asistido a una toma de hábito de religiosas hospitalarias, en el hospital de Mâcón.

Entre otras cosas, nos contó que recientemente había asistido a un joven que tenía una estocada, cuya herida, de bastante gravedad, no se parecía a ninguna otra.

Clementina, que a todos los conocía, gozaba en adivinarlos a las pocas palabras. Raimundo, que había asistido con frecuencia a las tribunas del Congreso, les había cogido bastante bien, a casi todos, el acento, la acción y los gestos. Particularmente imitando a Jiménez Arbós, a quien trataba por verle en casa de Osorio, estaba graciosísimo.

Mientras estas discusiones tenían lugar en el grupo que se encontraba frente a la taberna del Arco Iris, una deliberación más importante tenía lugar en el interior bajo la presidencia del señor Crackenthorp, el pastor, asistido por el squire Cass y otras personalidades de la parroquia.