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Así, Cástel no es en realidad sino un arrabal fortificado ó dependencia de Mayenza, cuyo destino es proteger el puente, facilitar el cobro de peajes y ofrecer al mismo tiempo un embarcadero para los vapores y barcas que navegan el Rin y para el ferrocarril que conduce á Francfort.

Era hombre afectuoso, trabajador y exacto en el cumplimiento de sus deberes. Por esto y por la buena amistad que con él mantenía solía encargarle de sus pequeños negocios, cobro de intereses, permutas de efectos, etc., con preferencia a otros demás posición y categoría. El asunto de que ahora se trataba era de alguna entidad, ventilándose una cantidad de treinta mil pesetas aproximadamente.

La tía, porque a pesar de la edad de su marido, estaba solevantada con lo peligroso que era, según dijeron las vecinas, que el bueno del hombre fuese a pasar las noches entre bailarinas y coristas; el tío porque, asombrado de la facilidad con que Cristeta se ganaba sus cuarenta reales, pensaba ya en el cobro de la quincena, y la muchacha porque aún le zumbaban en los oídos las palmadas.

Le había tomado gusto á esta aventura y no admitía modificaciones en ella. Deseaba conservar á Celinda, y al mismo tiempo no quería renunciar á su vuelta al pueblo, así que cerrase la noche, para hacer aquel cobro del que hablaba misteriosamente. También podés vos hacer otra cosa continuó Piola . El padre ofrece plata si le devolvemos la muchacha, y... Pero no pudo continuar.

Contra los de estos tres enemigos, que aun divididos eran poderosos, comenzó la guerra el Duque, y fué tan dichoso en ella, que no solamente reprimió la furia y rigor de sus enemigos, y defendió su Estado, pero tambien cobró treinta fuerzas que le habian usurpado. Últimamente se trataron y concluyeron paces con todos, pero se hicieron muy aventajadas por parte del Duque.

Sólo desde la ascensión al trono de Carlos III en 1759, Rey hasta entonces de Nápoles, educado en el extranjero y de inclinaciones reformistas, cobró alientos el partido, que daba el tono en la crítica para realizar sus propósitos con mayor extensión.

El capellán cobró ánimos, pues la oscuridad alienta mucho a decir cosas difíciles. Señor marqués, yo siento tener que advertirle.... Volvióse el marqués bruscamente. Ya ..., ¡chist!, no necesitamos gastar saliva.

Pero, en resolución, Ginés le hurtó, estando sobre él durmiendo Sancho Panza, usando de la traza y modo que usó Brunelo cuando, estando Sacripante sobre Albraca, le sacó el caballo de entre las piernas, y después le cobró Sancho, como se ha contado.

¡Pero, malditos! exclamaba el doctor, oyendo al Milord y á otros contratistas. ¿No es justo lo que piden? ¿Qué menos pueden reclamar que el cobro semanal y comprar su alimento donde mejor les convenga?... Los contratistas torcían el gesto, excusándose en la inercia de las costumbres. Eran los señores de la villa, los mineros ricos, las empresas extranjeras, los que debían dar el ejemplo.

Esto redobló sus tristezas; mas cuando Miquis le propuso como único remedio de su mal la rusticación, cobró esperanzas, confirmándose en la idea de abandonar la corte y sepultarse para siempre en sus estados de Molina. La segunda vez que habló de esto a su mujer, no la encontró tan bien dispuesta. «¿Y tus estudios, y tu carrera?