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Burton Blair era un hombre raro, tanto en actos como en palabras, muy reservado en sus asuntos particulares, y, sin embargo, aunque parezca bastante extraño, cuando la prosperidad le sonrió, convirtiose en un príncipe de bondad y de nobleza. ¿Pero quiénes eran sus enemigos? le inquirí. ¡Ah! eso también lo ignoro completamente respondió.

Era una carcajada sardónica, de inmenso desprecio, que recordaba al joven la risa de Mefistófeles en su infernal serenata a Margarita. Además continuó Leonora serenándose, usted no se da cuenta de lo que soy aquí. ¿Cree usted que ignoro lo que de se dice en la ciudad?... Me basta ver los ojos con que me contemplan las señoras las pocas veces que voy allá.

Cristián ha reparado un momento de abandono con muchos meses de perseverancia y si estoy ahora entre vosotras, á el se lo debemos, no hay que olvidarlo. Nunca sabréis, pues yo mismo lo ignoro, los prodigios de inteligencia y de valor que ha tenido que hacer para llegar á libertarme.

Ignoro si en aquel momento sentí la muerte de mi amo, o si, por el contrario, desbordado el corruptor egoísmo en mi alma, acepté con regocijo la desaparición de quien, interponiéndose entre mi ideal y yo, alteraba a mis ojos el equilibrio del universo, más que Napoleón el de Europa... En medio del delirio de aquella gran victoria, una de las más trascendentales que han ocurrido en el mundo, yo permanecía mudo y mi caballo me transportaba de un lado para otro, según su albedrío.

A veces figurábame distinguir ciertas reproducciones de las catedrales de Florencia ó de Pisa; otras, creía ver silenciosas esfinges ó monstruos innominados, ¿acaso ballenas? ¿elefantes? lo ignoro: quimeras de mi fantasía, , y sueños extraños. Nada de realidades.

Pero, ante todo, debo advertirle que no me era Vd. enteramente desconocido. Mi posición, mis buenas relaciones, mi influencia, puedo decirlo sin vanidad, me tienen al corriente de muchas cosas... y no ignoro el objeto de su venida de Vd. a Madrid. Yo, señora, mi viaje... Esté Vd. tranquilo. Soy de las que animan y alientan cuanto se proponen ustedes. Está Vd. en casa de una amiga.

Yo dije á mi mujer que venia á mi brazo sin comprender lo que pasaba: ese hombre nos quiere arrebatar sin duda al Paris que está en la tierra, para llevarnos á otro Paris que estará en el cielo ...aunque ignoro si podrá subir tan arriba. En el primer tramo del piso cuarto me detuve. Mozo, no subo más. Montez, monsieur, montez; nous y sommes.

Ignoro qué destino nos estará reservado; pero sea el que quiera el mío, juro que nada en el mundo me hará olvidar los amigos de mi infancia. »Y nosotros juramos lo mismo exclamaron los dos a la vez, extendiendo hacia sus manos, que tenían estrechamente unidas.

No voy a la iglesia, y no sólo no lloro en sus gradas de piedra, como ha dicho el señor abogado, sino que hasta evito pasar por delante. No rezo, y ni siquiera rezar. Ignoro con qué palabras debe una dirigirse a Dios. ¿Y qué pedirle? ¿Ganar el reino de los cielos? No creo en él.

Ignoro hasta qué hondura penetraría Lucía en mi conciencia y leería lo que allí pasaba.