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Dos hijos le quedaron: Rufinita, cuyo nombre no es nuevo para mis amigos; y Valentinito, que ahora sale por primera vez. Entre la edad de uno y otro hallamos diez años de diferencia, pues á mi Doña Silvia se le malograron más ó menos prematuramente todas las crías intermedias, quedándole sólo la primera y la última.

Sea lo que fuere ello, se trabajó con él incesantemente, días y noches, con todo género de argumentos, razones y medios, no quedándole que poder alegar en su defensa, en el juicio de Dios, como lo decíamos, mas todo lo frustró su pertinacia y la equidad de la Justicia Divina que prevista aquélla, le destinó como a otro Judas para víctima sangrienta de su justísimo desagravio.

Sin embargo, tanto juró y perjuró y tan sofocado se puso que la irritada zagala no pudo menos de rendirse al calor de sus palabras, aunque quedándole todavía alguna duda. Guardaron silencio prolongado. Jacinto con la cabeza baja y el semblante triste jugaba con su garrote esparciendo las cenizas del lar.

Finalmente estando para salir para Burdeos un navío francés, y no quedándole carneros cargados de diamantes que embarcar, ajustó en lo que valia un camarote del navío, y mandó pregonar en la ciudad que pagaba el viage y la manutencion, y daba dos mil duros á un hombre de bien que le quisiera acompañar, con la condición de que fuese el mas descontento de su suerte, y el mas desdichado de la provincia.

Con el valor de los cuatro Reales-Sitios podría el pueblo español pagar todas sus deudas, ó cubrir de ferrocarriles todo el territorio nacional, quedándole algo para alfileres. ¿Quién sabe si algún día se hará ese negocio....? Era un doble tipo, como se verá, muy digno de atencion.

Si insistía en mantenerse invisible, era seguramente porque estaba muy ocupado en la dirección de sus dominios infinitos, no quedándole media hora libre para dar un paseo por la tierra. Una mañana fué recompensada su fe en la bondad divina.

Un instante después se oyó el ruido seco que hacía la espada de Roger al romperse, quedándole tan sólo en la mano un pedazo de hoja de no más de tres palmos de largo. Vuestra vida está en mis manos, exclamó Tránter con triunfante sonrisa. ¡Teneos! ¡se rinde! exclamaron á una varios escuderos. ¡Otra espada! gritó Gualtero. Imposible, dijo Rodolfo; sería contra todas las reglas del duelo.

Tenía usted entre sus acreedores algunos bribones, cuyas relaciones con su padre habían sido contaminadas de usura: armado de los rayos legales, he reducido sus créditos á la mitad, y obtenido el saldo total, quedándole á usted en definitiva un capital de veinte mil francos.

Los falsos ídolos nos hacen dudar hasta de la misma religión. Esta fue la razón especiosa y muy humana que hizo que la señora de Maurescamp, no quedándole duda de la perversidad de los sentimientos de su amiga, cayese en desalientos tan afligentes como peligrosos.

Con este objeto escribió en el espacio de pocos años ocho comedias, que no logró representar á pesar de sus esfuerzos, no quedándole otro remedio, contra lo que sucedía entonces de ordinario, que darlas á la prensa antes de haberlas visto en las tablas.