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Esta Joaquina es mi esposa, para servir a usía. Quiere mucho a usía y le manda conmigo mil respetuosas y cariñosas expresiones. Mil gracias dijo doña Luz, interrumpiendo a don Gregorio . Deje V. el tratamiento y llámeme de usted, y perdóneme además si le digo con franqueza que aligere su cuento porque me muero de curiosidad. Tenga V. calma, señora marquesa; tenga V. calma.

»Allí intervinieron y mediaron en nuestra contienda las personas de más respeto, que habían acudido y que en torno nuestro formaban corro, y casi nos obligaron a echar pelillos a la mar, a hacer las amistades y a convertir las casi homicidas manos en cariñosas, enlazándolas y apretándolas generosamente.

Todos acudimos a ella, la levantamos, la consolamos con palabras cariñosas; pero ella clamaba sin cesar: Mátenme de una vez. No quiero vivir. La señora doña María la perdonará a usted le dijimos. No, mi madre no me perdonará. Estoy condenada para siempre. Doña María, por largo tiempo llena de entereza y superioridad, comenzó a declinar y su grande ánimo se abatió ante espectáculo tan lamentable.

Y mas tarde entre manos cariñosas Que se ahuecan sensibles y piadosas, Cual urna sencillísima de cobre Donde se guarda el óbolo del pobre.

Y la otra, dándole palmaditas cariñosas y remedando su mismo tono lastimero, añadió en son de burla: Pues mi nombre, mi nombre es justamente lo que no doy... Díselo así a tu marido. La de Butrón dejó caer ambas manos abatida y dijo con voz acongojada, imperceptible casi: ¡Dios mío!... ¿Y cómo le digo yo eso?...

Aquello era incomprensible, y el joven hubiera pensado mucho en semejante cosa, si las cariñosas y ardientes manifestaciones de que fué objeto no le distrajeran mucho tiempo después de concluido su discurso. Otro habló después de él, y al fin, después de tantos discursos, el público empezó á desfilar.

Estas cariñosas quejas parecían todas sin intención y como nacidas del filial afecto; pero al mismo tiempo era un cruel interrogatorio, que turbó a don Paco, y al que tuvo que hacer un esfuerzo para contestar. De nada valía el disimulo. Era menester contestar con franqueza, y don Paco, armándose de valor, contestó de esta suerte; Tienes razón en quejarte, hija mía.

Las gentes prorrumpían á sus espaldas en cariñosas rectificaciones. «Un hombre bueno, sin más defecto que la violencia de su carácter...» Y el señor Desnoyers conoció por unos minutos el grato ambiente de la popularidad. Al verse en el castillo dió por bien empleada la fatiga de la marcha, que hacía temblar sus piernas.

Elena estaba distraída y me pareció que acogía, con frialdad las frases cariñosas de Luciana, que estuvo, contra su costumbre, pródiga de ellas. ¿Sería la ausencia de Lautrec lo que la tenía tan preocupada? Así lo pensé y sentí renacer todas mis prevenciones. Lacante, que estaba algo delicado y andaba con dificultad, se retiró temprano con su hija.

Suicidio de Isidora Isidora no ponía atención en las cariñosas palabras de D. José. Sintió en su cerebro una impresión extraña, como el rastro aéreo de inmensa caída desde la altura a los más hondos términos que el pensamiento puede concebir. ¡Y qué manera tan rara de ver el mundo y las cosas todas que están debajo del cielo, y aun, si se quiere, el cielo mismo! Cambio general.