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Llámeme nervioso, chiquillón y visionario, como me lo llamó usted en la botica por muchísimo menos de lo que ahora sabe... Este clavo podrá arrancarse mañana u otro día, o me iré acostumbrando a él; pero, hoy por hoy, se le regalo al hombre más duro de entrañas; y a ver cómo se las arregla con la herida.

Esta Joaquina es mi esposa, para servir a usía. Quiere mucho a usía y le manda conmigo mil respetuosas y cariñosas expresiones. Mil gracias dijo doña Luz, interrumpiendo a don Gregorio . Deje V. el tratamiento y llámeme de usted, y perdóneme además si le digo con franqueza que aligere su cuento porque me muero de curiosidad. Tenga V. calma, señora marquesa; tenga V. calma.

Llámeme usted si para algo me necesita, señor marqués murmuró con desmayada voz. Mil gracias, hombre.... Venía únicamente a darle a usted la buena noticia.

Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada... Si mañana se despierta como hoy, llámeme en seguida. Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio.

Salgamos de este mal paso lo más correctamente que sea posible." Al llegar Mauricio á la verja, se abrió el postigo y la señorita Guichard, muy amable, dijo: Entre usted. Le encuentro con mejor salud que la primera vez, por lo que me felicito. Y yo se lo agradezco á usted, porque á sus buenos cuidados lo debo, señora.... Llámeme usted "señorita" dijo Clementina con aire majestuoso.

Sólo después de un rato, Coca se dio por entendida: ¿Me habla usted a , Vázquez?... Llámeme «Coca» entonces, como todo el mundo, ¡por favor!... Yo no sabría a quién habría hablado usted, si me llama «Rosa»... «Coca» me llaman todos mis amigos... ¡Y creo que tengo bien el derecho de pensar que usted es uno de ellos, y de los mejores!

Significa la Tierra y al mismo tiempo la Libertad... ¿Le gusta á usted Wágner? Y antes de que pudiera contestar, añadió en español, con un acento criollo y entornando los ojos: Llámeme, si quiere, «la viudona»... El pobre doctor murió apenas volvimos á Europa. Tuvieron que correr los tres hacia el tren de Pestum, próximo á partir.

Pero por más que batieron las soledades, no pudieron encontrar ningún descendiente vivo de la fauna prehistórica. El marino la escuchó distraídamente, pensando en algo que atenaceaba su curiosidad. ¿Y usted cómo se llama? dijo de pronto. Las dos mujeres rieron de esta pregunta, que resultaba cómica por lo inesperada. Llámeme Freya. Es un nombre de Wágner.

El americano mostró con un dedo los automóviles que le rodeaban, después las máquinas aéreas inmóviles en el espacio, y finalmente las esbeltas muchachas del casquete alado, armadas con lanzas, arcos y sables. No comprendo, profesora.... Llámeme profesor interrumpió la dama universitaria . Profesor Flimnap.

Quisiera saber cómo se llama usted. Rosa Briones. Muchas gracias, señorita Rosa murmuró. ¡Oh! no me llame usted señorita. Llámeme usted Rosa o Rosita, como me dicen en casa. Es que yo no soy caballero repuso Martín. ¡Pues si usted no es caballero, quién lo será! dijo ella. Martín se sintió halagado y, como Rosa le indicó que callara, llevándose el dedo a los labios, cerró los ojos...