United States or Malawi ? Vote for the TOP Country of the Week !


Muchas veces, para distraer al herido, Rosa le leyó novelas de Dumas y poesías de Bécquer. Martín nunca había oído versos y le hicieron un efecto admirable, pero lo que más le sorprendió fué la discreción de los comentarios de Rosita. No se le escapaba nada. Pronto Martín pudo levantarse y, cojeando, andar por la casa.

Desde entonces Rosita andaba con la mayor circunspección y gravedad; varias veces noté que al subir una escalera delante de , cuidaba de no mostrar ni una línea ni una pulgada más arriba de su hermoso tobillo, y este sistema de fraudulenta ocultación era una ofensa a la dignidad de aquel cuyos ojos habían visto algo más arriba.

Ya recordará el lector lo campechana que era Rosita de lugareña. De Condesa seguía lo mismo con quien lo merecía. No acabo de comprender decía Beatriz cómo has podido conocerme entre tanta gente y después de tantos años. Hija mía contestaba la Condesa , yo tendré corto entendimiento; pero tengo mucha memoria y, sobre todo, mucha y buena voluntad para aquellos a quienes estimo.

Después del entierro, y pasados los nueve días de duelo, la señora Rosa dijo un día a don Modesto: Don Modesto, siento mucho tener que decir a usted que es preciso separarnos. ¡Separarnos! exclamó el buen hombre abriendo tantos ojos y poniendo la jícara de chocolate sobre el mantel, en lugar de ponerla en el plato . ¿Y por qué, Rosita?

Eran ya las diez de la mañana, porque con aquello de lavarse bien se había ido bastante tiempo. Rosita tardó mucho en traer el agua, y Nicanora se había dado la inmensa satisfacción de ir a la compra. Todos los individuos de la familia, cuando se encontraban uno frente a otro, se echaban a reír, y el más risueño era D. José, porque... ¡si supieran!... iv

Reiniña, mona, ruliña, calla, calla, que te he de dar cosas bunitas, bunitas, bunitiñas.... ¡Si no callas, viene un cocón y te come! ¡Velo ahí viene! ¡Calla, soliño, paloma blanca, rosita! No por virtud de las exhortaciones, pero por haber conocido a su amigo predilecto, la niña callaba ya.

Toma..., ciento y un años, desde antes que mi padre naciera. ¿Y quién es esa Rosita, su patrona? ¡Quién, señá Rosa Mística! respondió Momo con un gesto burlón . Es la maestra de amiga. Es más fea que el hambre; tiene un ojo mirando a Poniente y otro a Levante; y unos hoyos de viruelas, en que puede retumbar un eco.

Rosita le decía don Modesto , antes comía usted lo que un pájaro puede llevar en el pico, pero ahora está usted acreditando que lo que se cuenta del camaleón no es fábula. Ya ve usted respondía Rosita que gozo de perfecta salud, lo cual prueba que necesitamos muy poco para vivir y que todo lo demás es pura gula. En cuanto a su austeridad, había llegado a ser algo más que severa; era cáustica.

Y ¿qué pueden decir de usted las malas lenguas? repuso don Modesto ; ¡usted, que es la más ejemplar del pueblo! ¿Acaso hay nada seguro de ellas? ¿Qué dirá usted cuando sepa que usted con todos sus años y su uniforme y su cruz, y yo, pobre mujer que no pienso más que en servir a Dios, estamos sirviendo de diversión a estos deslenguados? ¿Qué dice usted, Rosita? exclamó don Modesto asombrado.

, adiós, ángel mío, es preciso que nos separemos. ¿Ves? la noche ya es menos obscura, las estrellas palidecen y esa claridad rojiza nos anuncia la proximidad de la aurora. Adiós, pues, Rosita mía. Otro beso... uno solo... ¡el último! alma de mi vida. Y el sol doraba ya las altas torres del convento, cuando aun duraba este beso.