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Actualizado: 14 de octubre de 2025


Tratando de hacerse agradable a Margarita, parecía solicitar la venia para otros diálogos en que de antemano era la plática tenida por más dulce y amena, pues Josefina cada vez se le mostraba más propicia. Era la vez primera que Josefina escuchaba con gusto las frases galantes y las palabras cariñosas de un hombre.

Se sintió aliviada... libre de aquel espantoso hervor de su cerebro. Su mamá le limpiaba el sudor de su frente, llamándola con palabras cariñosas. Había sentido Rosalía sus quejidos, síntoma indudable de la pesadilla, y saltó de la cama para correr en su socorro. Eran las doce. Hízole después una taza de , y ayudada de Prudencia le mudó las sábanas.

El capitán, respetándole en todo lo que vale, promete á la afligida madre un sitio en primera cámara para su hijo en cuanto se hagan á la mar y trata de consolarla con cariñosas aunque breves palabras.

Cristina le acompañaba incitándole a tomar alimento con las mil zalamerías que usan, para estos casos, las mujeres cariñosas. De este modo Fernando se engañaba a mismo algunas veces, creyendo que comía con gana. El 27 el Rey quiso levantarse de la cama; pero advirtió que sus extremidades no le obedecían. Estaba débil, tan débil que no se podía mover.

En fin, yo pensé que el Sr. de Artegui estaría muy triste, muy triste, y que acaso nadie se acordase de decirle cosas cariñosas, y, sobre todo, de hablarle de Dios nuestro Señor, en quien él no puede menos de creer, ¿verdad, padre? pero de quien se olvidará quizás en estos momentos tan crueles.... Llevada de estas consideraciones le escribí una carta, consolándole allá a mi modo.... ¡si viera usted! me parece que se me ocurrieron cosas muy buenas y eficaces... le hablé de que Dios nos manda las penas para convertirnos a él; de que son visitas que nos hace; en resumen, todo lo que usted me ha enseñado... además le decía que bien podía creer que no era el único en sentir a aquella pobre señora, aquella santa; que yo la lloraba con él, aunque sabía que estaba gozando ahora de la gloria... y que la envidiaba.... ¡ay, eso si que es verdad, Padre! ¡quién como ella! morirse, ir al cielo.... ¡Cuándo lograré yo tal ventura!

Pues ¿cómo te atreves, ingrato, a sostener que eres pobre? Don Braulio, que iba sentado en la bigotera, al oír tan cariñosas frases en tan linda boca no pudo contener la emoción; se le saltaron las lágrimas y, tomando la mano de su mujer, la besó fervorosamente. Doña Beatriz sintió en su mano una lágrima, que cayó sobre ella al dar el beso don Braulio.

¡Vamos, señor Ángel, tenga usted mundo! exclamó Romadonga dándole palmaditas cariñosas en el hombro. Hoy la sociedad es muy distinta de cuando nosotros nos criamos. Lo que a nuestros padres les parecía imperdonable, ahora es cosa corriente... Mozo, échanos otra copa... Al contrario, en la actualidad se considera de mal gusto y hasta cursi esa virtud austera de nuestros mayores.

Palabra del Dia

reclinándose

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