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Actualizado: 2 de julio de 2025


Prenda muy apropósito era el tupido manto para las aventuras y galanteros, que como dijo el poeta «siempre el manto fué en España tapa enredijos de amor....» y con harta frecuencia los autores de aquellos tiempos se lamentaban de los lances á que el uso de tal prenda daba lugar y en los cuales había con frecuencia tajos y cuchilladas de galanes rivales ó de burlados esposos y amantes.

Forma un espeso manto de arenisca arcillosa gris-verdosa, cuyo elemento micáceo es esencialmente representado por biotita. Esta formacion tiene una potencia considerable, centenares de metros.

Honda, con sus escombros sublimes, quebrantados sepulcros de una antigua opulencia, sus saltadores y ruidosos rios, espumantes como cataratas, sus altas palmeras entretejidas en flotantes pabellones, sus siempre verdes y suntuosas arboledas que bañan en las ondas la crespa y abundante melena, sus cerros escarpados y en anfiteatros, de eterna soledad, y sus llanuras de esmeralda cuyas altas gramíneas sacuden en el estío los recios huracanes; Honda, la reina destronada, sombra de su lejano esplendor; se presentaba á mis ojos con su manto azul y sus ruinas cubiertas de parásitas, mas triste y mas hermosa que nunca.

Al caer en la cuenta de lo tarde que era, púsose precipitadamente el manto, y se despidió del Pituso, a quien dio muchos besos. «¡Qué fuerte te da, hijale dijo su hermana sonriendo. Y razón tenía hasta cierto punto, porque a Jacinta le faltaba poco para echarse a llorar. Y Barbarita, ¿qué había hecho en la mañana de aquel día 24? Veámoslo.

Si en lugar del antiguo manto, viejo y raído que tenía la Virgen de los Dolores, luce hoy un flamante y magnífico manto de terciopelo negro, bordado de plata, Pepita es quien lo ha costeado. Estos y otros tales beneficios el vicario está siempre decantándolos y ensalzándolos.

Al fin levantó de entre sus ropas un manto y se envolvió rápidamente en él. ¿Decís, Manuel exclamó con voz concentrada y breve , que sabéis dónde están juntos ese hombre y esa mujer? dijo el bufón. Venid.

Dirige ahora en Madrid la revista "España y América". Editó en Manila, 1901, el libro de versos Flores de un día, en el cual se han espigado los insertos a continuación. ¡Cantara yo la espléndida techumbre que tu suelo cobija y hermosea como un manto tejido de alma lumbre; ese sol que en tus cimas centellea y en los torrentes vívidos te inunda que su carro de luz relampaguea!

Antes de entrar miré al cielo. Aparecía cubierto por un leve manto de nubes, tan leve, que no conseguía velarlo por entero, semejante a una colcha de encaje con fondo azul. El sol, asomando su ardiente pupila por los agujeros de esta celosía de nubes, era el único curioso que nos observaba. El carruaje marchaba lentamente.

Venía como siempre, con su estrella, su varita mágica, su pelo suelto, su magnífico manto... Sonriendo con ternura a su ahijada, le dijo: Veo que eres buena, Lita. Te agradezco tu labor en nombre de los niños pobres, a quienes les llevaré tus colchas, para que no se mueran de frío en las noches de invierno.

María Antonia cerró involuntariamente los ojos para no ver aquello; y para no ser vista, se echó muy a la cara el manto y se arrimó a la pared en el lugar del templo que le pareció más sombrío. María Antonia volvió, no obstante, a la iglesia de Capuchinos. No deseaba ya ver a D. Jacinto en compañía de la marquesa. Deseaba verle solo y hablarle.

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