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Observad ahora el litoral: en la región alicantina más olivarera Onil, Castalla, Ibi las prensas de madera y las vigas hace tiempo que han desaparecido por completo; todas las prensas son de hierro. Y si nos internamos en España veremos cómo a medida que nos acercamos al Centro, los viejos artefactos reaparecen, y cómo van aumentando hasta dominar en absoluto.

El asma de Millar ó la angina de pecho es mas propia de arsénico, despues de acónito algunas veces. El arsénico cura con preferencia el asma en general, cuyos accesos reaparecen por la mañana antes de amanecer. En esta circunstancia obra perfectamente y de un modo análogo á la nuez vómica ó alternándole con esta por dias.

Ya las solanas ó pendientes, bien expuestas á los rayos del mediodía, empiezan á salir del blanco sudario que las envuelve; aquí y allá reaparecen, á través de la capa de nieve, la tierra, la peña y la mata, y esos espacios negruzcos van aumentando de tamaño. Parecen grupos de islas que crecen incesantemente y acaban por juntarse.

El de Oriente, ávido de lujo y de sensaciones, prodiga sus riquezas con frenética magnificencia: Al-Mamún el dia de su boda siembra mil gruesas perlas en el sedoso cabello de su amada, y pide setecientos porteros para su palacio, y árboles de oro y plata para sus jardines . El de Occidente, igualmente pródigo de sus tesoros, asombra con sus rasgos de generosidad á los avaros hijos del Norte: Abde-r-rahman II para aplacar el justo enojo de su querida Tarúb hace tabicar la puerta de su aposento con sacos llenos de dinares, á fin de que al hacer la hermosa concubina las paces con su señor, sea una lluvia de oro la recompensa de su perdon . Codicia el de Oriente la posesion de la ciencia y se esfuerza por alcanzarla, porque Mahoma habia dicho en su Koran: «Un entendimiento sin erudicion es como un cuerpo sin almaHarun llama á su corte á los médicos, á los filósofos, á los literatos, á los artistas, sin distincion de patria y de religion , los colma de agasajos y de honores, forma con su auxilio el vínculo moral único capaz de contener la disolucion de su imperio, y á su benéfico influjo las nociones antiguas, momentáneamente proscritas por la inexorable cimitarra de los Arabes conquistadores, renacen y reaparecen del mismo modo que vuelven á levantar sus vívidas corolas á los rayos del sol las tiernas flores envilecidas en el lodo durante la tormenta.

Son las olas de una mar embravecida que vienen a estrellarse en vano contra la inmóvil y áspera roca; a veces queda sepultada en el torbellino que en su derredor levanta el choque; pero un momento después sus crestas negras, inmóviles, tranquilas, reaparecen burlando la rabia del agitado elemento.

Aquella sacude su manto de nieve, y bosques, céspedes, cascadas y lagos, reaparecen bajo los rayos del sol. El hombre se ha librado ya en el valle de los montones de nieve que le estorbaban. Ha barrido el umbral de la puerta, ha reparado los caminos, ha limpiado el techo y el jardín, y después espera que el sol haga lo demás.

Los Austrias han resucitado, como esas plantas parásitas que al ser arrancadas reaparecen después de algún tiempo. Si en la vivienda de los reyes se buscan ejemplos del pasado, se recuerda a los cesares austriacos. ¡El olvido más completo para los primeros Borbones, que mataron moralmente a la Inquisición, expulsaron a los jesuítas y fomentaron la prosperidad material del país!

Primeramente, el masaje; éste es bueno, pero no resulta eficaz mas que para un día. Al menor cansancio, las arrugas reaparecen al instante. Tenemos después la pasta de los Nabis; ésta se la aplica usted por la noche con la careta especial. Es una pasta a base de plantas astringentes, que estiran y ponen tersa la piel. Pero hay que aplicársela todos los días.

Sucesos insignificantes y casi olvidados reaparecen en su memoria como ocasiones de fortuna torpemente despreciadas. «Yo pude ser rico dicen en su pueblo , pero tuve mucha prisa en volver.» Y acaban por creerlo a ojos cerrados, y el deseo de regresar a la tierra de la esperanza es cada vez más imperioso, hasta que al fin se embarcan con iguales o mayores ilusiones que la primera vez... Y allá van, revueltos con los neófitos de la emigración; y ellos, los desengañados y maldicientes de poco antes, son ahora lo mismo que los veteranos que reaniman a los reclutas en las veladas del vivac con hiperbólicas historias.

La mente más segura no es capaz de seguir en su laberíntico enredo las direcciones de los vástagos de este colosal árbol de linajes matritenses. Los hilos se cruzan, se pierden y reaparecen donde menos se piensa. Al cabo de mil vueltas para arriba y otras tantas para abajo, se juntan, se separan, y de su empalme o bifurcación salen nuevos enlaces, madejas y marañas nuevas.