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En cambio acostumbraba a propinarse cuantos remedios absurdos le aconsejaban las muchas mujerucas que acudían diariamente a su casa para sacarle los cuartos con viles e hiperbólicas adulaciones. Así, que no cesaron las fricciones de sebo de carnero, las tazas de hortelana, la enjundia de gallina, etc., etc.

Sucesos insignificantes y casi olvidados reaparecen en su memoria como ocasiones de fortuna torpemente despreciadas. «Yo pude ser rico dicen en su pueblo , pero tuve mucha prisa en volver.» Y acaban por creerlo a ojos cerrados, y el deseo de regresar a la tierra de la esperanza es cada vez más imperioso, hasta que al fin se embarcan con iguales o mayores ilusiones que la primera vez... Y allá van, revueltos con los neófitos de la emigración; y ellos, los desengañados y maldicientes de poco antes, son ahora lo mismo que los veteranos que reaniman a los reclutas en las veladas del vivac con hiperbólicas historias.

En cuanto al lenguaje, las composiciones correspondientes á este período están llenas, muy particularmente, de metáforas abundantes y de palabras vacías de sentido, de comparaciones rebuscadas é hiperbólicas, de antítesis y de pensamientos sutiles, de falso énfasis y de giros gongorinos, en una palabra, de todo el amaneramiento del estilo culto.

Era un erudito en anuncios de específicos y catálogos de farmacia: conocía todos los remedios, y siempre tenía uno, el último lanzado a la circulación, que le merecía hiperbólicas alabanzas, al mismo tiempo que abrumaba con sus ferocidades verbales a los «ladrones» inventores de los otros.

Ya provenga del influjo de los árabes, ya de una inclinación natural del espíritu del pueblo, ello es, que aparecen esas cualidades en los albores de la literatura castellana: hállanse en los antiguos romances; los cancioneros ofrecen numerosos ejemplos, y en la Celestina se observa, que el afán de hacer alusiones y rebuscadas comparaciones se había ya introducido en el siglo XV en el lenguaje ordinario . Téngase además en cuenta, que en los países meridionales se propende á las exageraciones y á las comparaciones disparatadas. ¿No llaman la atención, á quien trata y conversa con españoles, las singulares metáforas é hiperbólicas expresiones, de que usan á menudo en su lenguaje?

Las hiperbólicas alabanzas que D. Francisco hacía de Golfín la llevaban como por la mano a otro orden de ideas, y arrugando el ceño, ponía cara de pocos amigos. «Cuando pienso en la cuentecita que me va a poner esta Santa Lucía con gabán decía , me tiemblan las carnes.

Brindé con los dos mozones, y canté alabanzas hiperbólicas a la bravura de Pito, para que Tona las oyera bien; con lo cual y el tostadillo, se puso el alabado que ardía; y allí mismo pidió por mujer a la hija de Facia, que no hacía más que llorar; así fue que Tona, colorada como un pimiento por lo uno y angustiada por lo otro, llamó a Pito «jastialón desvergonzau»; y no alcanzó mejor respuesta la fogosa demanda del rendido pretendiente.

Me encantan, sobre todo, la sencillez, la sobriedad en hiperbólicas manifestaciones de sentimentalismo, la naturalidad, en suma, con que el señor vicario ejerce las más penosas obras de caridad. No hay desgracia que no remedie, ni infortunio que no consuele, ni humillación que no procure restaurar, ni pobreza a que no acuda solícito con un socorro.

Sin negar el mérito de Gravina, yo creo hiperbólicas las alabanzas de que fue objeto después del combate y en los días de su muerte . Todo indicaba que Gravina era un cumplido caballero y un valiente marino; pero quizás por demasiado cortesano carecía de aquella resolución que da el constante hábito de la guerra, y también de la superioridad que en carreras tan difíciles como la de la Marina se alcanza sólo en el cultivo asiduo de las ciencias que la constituyen.

2.º A buscar para uso propio, un acomodo neo-romántico, una pasión verdad, compatible con su afición a las formas amplias y a las turgencias hiperbólicas, que él no llamaba así por supuesto. ¿Quién está arriba? preguntó a un criado, seguro de que estaría la Regenta «porque se lo daba el corazón». Hay dos señoras. ¿Quiénes son? El criado meditó.