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Actualizado: 24 de julio de 2025
Se subió al banco de proa y miró detenidamente hacia la playa, erizada de rocas enormes, que se alzaban en forma de anfiteatro. A pesar del grito que habían oído poco antes, no se veía ninguna criatura humana ni se percibía rumor alguno sospechoso. ¿Hay novedad? preguntó Van-Horn. Ninguna, viejo mío. Desembarquemos. La chalupa se acercó a la playa hasta tocar en la arena.
¡El que sea hombre, y tenga vergüenza, que me siga! continuó Juanón a grandes gritos, sin saber ciertamente adonde conducir a los compañeros. Pero a pesar de sus llamamientos a la virilidad y la vergüenza, la mayor parte de los reunidos se hacía atrás instintivamente. Un rumor de desconfianza, de inmensa decepción, elevábase de la muchedumbre.
Al fin consiguieron trasponer la colina, y deteniéndose un punto a tomar aliento, bajaron otra vez de corrida hacia el establo, que no distaba mucho de la cumbre. La puerta estaba cerrada con llave. Los fugitivos se miraron acongojados, sin saber qué hacer. En mucho trecho a la redonda no había nada donde guarecerse. Oíase ya formidable rumor de voces hacia la cumbre que acababan de doblar.
La plática se hizo más alegre, pero más suave y discreta también. Largo rato sonó en el rojo gabinete un cuchicheo amoroso sobre el cual estallaba de vez en cuando el eco de una carcajada comprimida ó el rumor de un beso. La blonda extranjera estuvo como nunca tierna, mimosa, embriagando á su noble amante con dulces y exquisitas caricias que jamás éste conociera.
Roban si la palabra tiene sentido aquí cuánto les exige su atroz hambre. Al menor rumor no huyen porque esto haría ruido, sino se alejan al paso, doblando las patas. Al llegar al pasto se agazapan, y esperan así, tranquilamente, media o una hora, para avanzar de nuevo.
Aprendió entonces a merodear de noche en los ranchos vecinos, avanzando con cautela, las piernas dobladas y elásticas, hundiéndose lentamente al pie de una mata de espartillo, al menor rumor hostil. Aprendió a no ladrar por más furor o miedo que tuviera, y a gruñir de un modo particularmente sordo, cuando el cuzco de un rancho defendía a éste del pillaje.
Por el contrario, algunas cosas prodigiosas que refieren los Gentiles, y no hay otra prueba que el rumor del pueblo, no han de creerse, porque por ser las cosas extrañas, y naturalmente imposibles, no podemos inclinarnos á creerlas, quando la autoridad de los que las refieren no es de ningun momento.
Bajo los matorrales inmediatos sonaba un murmullo de vida comprimida y susurrante, igual á un revoloteo de insectos ó un arrastre de reptiles. Deben ser ratas pensó el ingeniero. Al extender, desperezándose, uno de sus brazos, dió contra los matorrales más próximos, é inmediatamente sonó bajo el ramaje un rumor medroso de fuga.
El rumor, la suposición, la calumnia, si era calumnia; la hablilla, en fin, si así queremos llamarla, se movió en efecto con rapidez portentosa.
Al hacerlo sintió vergüenza y comenzó a darse alguna cuenta vaga de las emociones que embargaban su espíritu. Una hora larga esperó de aquel modo, percibiendo el rumor confuso de las voces, en el cual nada podía distinguir, ni siquiera cuál era la de su esposa y cuál la de la criada. Al cabo observó que salían del comedor.
Palabra del Dia
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