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Agrandábanse los montes y se velaban los valles bajo la bruma de la mañana. Por la parte del mar, el Serantes, que guarda la desembocadura de la ría de Bilbao, recortaba sobre el cielo plomizo su mole coronada por un castillete abandonado.

Hablo con mis compañeros: unos me aconsejan que disfrute de la vida, y me ría de la gente; otros creen que saben algo, y se descarrian en sus desatinos; y todo aumenta la angustia que padezco. Muchas veces estoy á pique de desesperarme, contemplando que al cabo de todas mis investigaciones no ni de donde vengo, ni qué soy, ni adonde iré, ni qué he de ser.

«Todavía, todavía dijo la cuitada con lúgubre tristeza , no , no ... Quizás no haya nada... Me pasan cosas horrorosas... No me pregunte usted. Eso se queda para , para sola. Permítame usted que no diga una palabra más. Mi buen maridito es una alhaja... pero no me corresponde a contar sus proezas... Demasiado públicas son por desgracia... No se ría usted de si me ve llorar.

Llegaba hasta ellos el movimiento invisible de la ría, el ruido de los tranvías al otro lado de las planchas de hierro que cubrían las verjas. El millonario mostraba su satisfacción al verse solo con el médico, el único amigo que le inspiraba confianza, y como prueba de cariño le echó sobre un hombro una de sus manazas.

La blancura deslumbrante de la villa resaltaba sobre el verde obscuro de la montaña como un gran pedazo de nieve desprendido de la cúspide. La sábana argentada de la ría extendiéndose a sus pies esperaba inmóvil y sumisa que viniera a caer en su seno.

Y te dije si querías embarcarte en la barca de Trébol, que el barquero había sido mi criado, y yo era de Colondres, que está al otro lado de la ría. Es verdad.

¿Para qué quiere usted adelantar en mi corazón si está vacío? ¿Cree usted que haría una gran cosa conquistándome? ¡Si no valgo nada! No ría usted: no valgo nada. Aquí en esta soledad, puedo examinarme detenidamente y lo reconozco: nada. ¿El físico?... : confieso que no soy fea, y aunque lo negase con ridícula modestia, ahí está mi historia, para probar que he gustado mucho.

Esta pintoresca ría está separada del mar por una barrera muy alta: un monte negro y pedregoso, rajado de alto abajo, quedando así un boquete muy angosto donde se cuelan las aguas y los barcos, y se ve el Cantábrico, mirando desde adentro, como un pedazo de cielo a través de las rejas de una cárcel.

Antes de salir, aún se volvió para ver á su primo, que le seguía con los ojos y parecía decirle: ¡La Muerte, Luis!... ¡Piensa en la Muerte! A las diez de la mañana llegó el doctor Aresti á Bilbao un domingo del mes de Septiembre. El tren de Portugalete iba repleto de obreros, procedentes de las minas y las riberas de la ría. Todos mostraban prisa por llegar á la plaza de Toros.

La vasta sábana de la ría, en vez de los tristes y metálicos reflejos del invierno, dejaba escapar ahora hermosos destellos azules, y las cáscaras de nuez, llamadas barcos por mal nombre, cabeceaban impacientes en la dársena como otros potros preparados a salir.