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¿Qué clase de ciudadano puede ser en la sociedad un individuo que se ríe del castigo usando el medio fácil de un abogado celestial? ¿Cómo pueden asustarle las penas del infierno cuando sabe que por medio de un abogado poderoso, Dios se verá forzado a perdonarle? ¡Y cuando un hombre conoce el medio de evitar la justicia divina, es claro que para escapar de la justicia humana recurrirá para conmover la piedad del juez, para evitar el cumplimiento de la ley, para no cumplir con ningún deber y vivir sólo disfrutando de derechos, recurrirá a usar con las autoridades humanas los mismos procedimientos de propiciación, halagos, prevaricación, humillaciones y engaños que dominaron al mismo Dios y vencieron el poder del Demonio!

Calló por miedo a su padre, temiendo su explosión de cólera al ver engañada la ciega confianza que tenía en el maestro. Se sumió en una pasividad de bestia resignada y siguió acudiendo todos los días a casa de Boldini, sufriendo aquellas lecciones que se interrumpían con acometidas de valetudinario ardoroso o pegajosos halagos de refinada corrupción.

Las plantas se dejan seducir: ¿quién se resiste a los halagos de la vanidad? De las montañas pasan a los huertos, como, por ejemplo, el tomillo, que de silvestre se convierte en salsero; o lo que es lo mismo, de hosco y solitario se cambia en sociable, y como tal da gusto con su presencia a las salsas y asaborea gratamente las conservas.

La Severa ha tenido la desgracia de excitar la concupiscencia del tirano, y no hay quien le valga para librarse de sus feroces halagos. No es sólo virtud lo que la hace resistir a la seducción: es repugnancia invencible, instintos bellos de mujer delicada que detesta los tipos de la fuerza brutal, porque teme que ajen su belleza.

María repugnaba honestamente tal empeño, pero las súplicas fueron tantas, el objeto se lo presentaron por tan piadoso y tanto de encarecimientos y halagos fueron y vinieron, que al fin, dándose por rendida, y confiando en la negativa del soldado, que como cristiano viejo no admitiría tales prácticas, replicó: Puesto que a despecho de mi gusto habréme de vencer a lo que se me pide, todavía no me prestaré a ello si el mismo soldado no me lo permite no callando, sino que quiero oirle yo misma la súplica de su boca.

Pero don Mariano temía concederle este permiso porque los cuartos de la torre eran fríos y la salud de la niña delicada. Al fin, rendido por sus ruegos y halagos, consintió en ello, después de haber tapizado las habitaciones esmeradamente y con la condición de que Genoveva durmiese cerca de ella. Fue una época feliz para María. Tenía entonces dieciséis años, y el pensamiento inquieto y atrevido.

Tal vez hubiera sido esto realizable antes del 20 de Mayo de 1912, porque hasta entonces el negro y el blanco, que en el fondo se detestaban, habían logrado mantenerse dentro de los límites de la prudencia; pero hoy, después del choque armado, después de la agresión brutal y del terrible escarmiento, no es lógico ni humano suponer que la paz, que no pudo conservarse con halagos y promesas, haya de surgir de los campos ensangrentados de la lucha.

Despertaron mi dormida pasión tus dulces halagos, tornaste en arpa mi vida y fuí cisne de tus lagos. Y ahora qué en ellos me agito, con una sed de infinito y la visión de mi cruz ¿porque le niegas ¡oh gloria! a mi breve trayectoria tu eterna estela de luz? Guarda silencio el coloso, silencio largo y profundo.

Desde que, recién salido de las aulas, entregué mis primeras cuartillas a la imprenta, vi claramente que no era ésa la vía para lograr los halagos de la vanidad ni los regalos del cuerpo. Nuestra nación se halla desde hace algunos años con disposición indiferente, más bien hostil, hacia todas las manifestaciones del espíritu.

A la verdad, no era que despreciase el sexo, sino que reconocía en él un elemento engañoso, cuya persecución separaba al hombre de los no menos inconstantes halagos del poker , en el cual se puede decir que don Jacobo Melín era maestro consumado.