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Las dos pesetas que ganaba Feli en el emballenado trabajando todo el día y gran parte de la noche, y los escasos reales que podía juntar a la semana llenando cuartillas a diez céntimos con destino a la revista social, no bastaban para las atenciones de su subsistencia. El orden y el método en la nutrición, que embellecían los primeros tiempos de su vida común, habían desaparecido con la miseria.

Una o dos veces le vi hacer un paquete de ciertos papeles, encerrarlo en un sobre con dirección a París y entregarlo con especial recomendación al encargado del correo en Villanueva. Luego notábase que esperaba con febril ansiedad una respuesta que no llegaba siempre, por lo visto. Después, otra vez comenzaba a llenar cuartillas, como un roturador que pasa de uno a otro surco.

¡Si tengo la solucion, c ! exclamó lanzando una palabrota que no era el eureka pero que principia por donde este termina; mi dictamen está hecho. Y repitiendo cinco ó seis veces su peculiar eureka que azotaba el aire como alegres latigazos, radiante de júbilo se dirigió á su mesa y empezó á emborronar cuartillas. Aquella noche había gran funcion en el Teatro de Variedades.

PABLO Verlaine tenía una sed fatal, una sed monstruosa y suicida, y bebió hasta la muerte. Tal vez oía la voz de una sirena fabulosa en el fondo glauco del ajenjo. El ruiseñor protervo iba al café D'Harcourt y bebía, bebía... Las cuartillas aguardaban en una carpeta, junto al tintero feo, mezquino, de fosforero de café.

El poeta malo se entretiene en colocar uno sobre otro sus endecasílabos, como los ladrillos en una construcción. Luego entrega las cuartillas a una niña rubia que aguardaba para llevarlas a un periódico. El hijastro de Apolo charla después conmigo de literatura. Me lee una oda Al Sol, un soneto A una ingrata y una elegía A la muerte de la virgen de sus amores primeros. ¡Hace ya tantos años!

La mesa de la votación con sus cuartillas, sus trece tinteros, convenientemente separados, y las sillas que rodeaban aquella, más bien la semejaban á la de confección de un periódico que á otra cosa, por más que esa cosa sea tan grave y trascendental para el pueblo, como el nombramiento de su municipio.

»Y por la noche, cuando me acuesto, pongo el relojito sobre la mesilla: su andar suave resuena en la alcoba. ¡Mar-cha! ¡Mar-cha!, parece que me dice. Y yo marcho, Pepita; yo leo una muchedumbre de libros, yo emborrono una atrocidad de cuartillas, pero esa gloria tan casquivana no llega, no llega... »Adiós; escríbeme. «Pepita: Ya soy un periodista político terrible.

¡Caracho, lo que usted sabe, amigo Apolonio! exclamó Novillo, sinceramente deslumbrado. Pues ya sabe usted tanto como yo, don Anselmo. Y si usted desea más detalles, le dejaré unas cuartillas manuscritas, tituladas «Podotecología estética, o historia del calzado artístico», que para escribió mi amigo Valeiro, y que es de donde yo he tomado los datos.

Todavía continuó llenando cuartillas un rato, hasta que, yertos los pies y ardorosa la frente, recogió los papeles y los guardó en uno de los volúmenes.

Don Luis permaneció en el despacho contemplando las cuartillas: «¡Si esto es un discurso! murmuraba. ¡Si no hay más que añadir al principio: Señores, y al final: He dicho! ¡Ah! , y algo de relleno; unos párrafos... mi consecuencia, la lealtad al gobierno, la libertad, el amor a las institucionesEra cosa resuelta; los taquígrafos tendrían que trabajar por causa suya.