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Periódicamente, una mitad de ella chocaba con la otra mitad; se mataban por esclavizarse en la cubierta movediza, flotante sobre el abismo; pugnaban por echarse unos á otros fuera del buque; la estela de la nave se cubría de cadáveres.

Las largas filas de rosales, los macizos de plantas, toda esa jardinería mutilada y corregida por las tijeras del hortelano, reverdecía con el soplo cálido de la tarde y se cubría de flores, uniendo sus simples perfumes a la estela de esencias que dejaban las señoras tras su paso.

El 2 de febrero el vapor Bogotá recogió su ancla, lanzó su silbido matinal, semejante al grito del salvaje, y sacudiendo con sus alas de hierro las turbias ondas del Magdalena, se deslizó rápidamente por entre los verdes y tupidos pabellones de las selvas, dejando marcada su brillante estela en las flotantes espumas que iluminaba el sol de la mañana.

Estaba cogido en la estela de seducción, en aquel torbellino de amor que seguía a la artista por todas partes, aprisionando a los hombres, arrojándoles al suelo quebrantados y sin voluntad, como siervos de la belleza. Temprano nos vemos hoy: buenos días, Rafaelito... Madrugo por ver el mercado. De niña era para un acontecimiento la llegada del miércoles. ¡Cuánta gente!

Eduardo generoso, Tercero de Ingalaterra, De las tres brillantes rosas, Luz, norte, amparo, defensa; , que en alas de la fama Siempre celebrado vuelas, Ocupando en tus memorias Voz, aplauso, trompa y lengua: Yo soy Estela infelice, Y de Salverich condesa, La conclusión es: Porque en poblado los hombres, Porque en el monte las fieras, Porque en el aire las aves, Cielo, sol, luna y estrellas.

Cediendo tu fiereza en mi seno estreché con embeleso tu celestial cabeza... ¡Y el último fulgor de tu pureza partió con el rumor del primer beso...! Ya se ha borrado la estela que bordaba aquella nave, que al impulso de su vela, sobre los abismos rueda ráuda y gentil como el ave.

En Aiguillón, á donde llegaron aquella noche, los esperaban el barón de Morel y el risueño Gualtero, cómodamente instalados en la hostería del Bâton Rouge. El noble inglés sostenía interesante coloquio con un afamado caballero del Poitou, Gastón de Estela, que acababa de llegar de Lituania, donde había servido con los caballeros teutones á las órdenes del gran maestre de Marienberga.

El príncipe polaco Ricardo se halla en la corte de Lorena para pedir la mano de la duquesa Estela; pero como le consta su aborrecimiento á todos los hombres, teme ser rechazado como sus predecesores, y para evitarla, y excitar en su provecho la curiosidad y el amor propio de Estela, hace circular el rumor de que él se burla de su odio. Esto da origen á una intriga de las más interesantes.

A paso lento y menudo, con el manguito de rica piel de nutria puesto delante de los ojos a guisa de pantalla, bajaba a tal hora y por tal calle una señora elegantemente vestida. Tras dejaba una estela perfumada que los tenderos plantados a la puerta de sus comercios aspiraban extasiados, siguiendo con la vista el foco de donde partían tan gratos efluvios.

El barco aceleró su marcha confundiendo en una cinta verde los dilatados campos de la Estanzuela. ¡Adiós risueñas playas! ¡Adiós, gratos recuerdos! Naig, Marigondon, Santa Cruz ... fueron quedando tras de la estela de la María Rosario. Los límites de la provincia que constituye la Andalucía de Filipinas desaparecieron.