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Acuden los soldados, como vieron Caer su Capitan con el caballo; De presto en otro al punto le pusieron; Procuran al real luego llevallo. Los bárbaros al punto se huyeron; La trompa á recoger toca: dejallo Conviene al enemigo. En estos cuentos Murieron, segun , mas de doscientos.

Sabéis que, por desgracia mía, ese hombre vive enfrente de mi casa. Pues bien: a la una de la noche, cuando todo el mundo está en lo mejor de su sueño, el míster abre la ventana y se pone... ¡a tocar la trompa! Ya que es furiosamente aficionado a ese instrumento dijo Rafael.

Calló el viejo y siguió mirando la figura, que de agradable se hizo repentinamente espantosa, porque sus ojos echaron llamas, su nariz tomó las dimensiones de elefantina trompa, y su mano soltó el bastón de mando para echarse fuera del cuadro.... La mano, , se echó fuera del cuadro, y todo el cuerpo del Rey salió en seguida cual si traspasase el umbral de una puerta.

Cuando pelea con el tigre, que casi siempre lo vence, lo echa arriba y abajo con los colmillos, y hace por atravesarlo; pero la trompa la lleva en el aire. Del olor del tigre no más, brama con espanto el elefante: las ratas le dan miedo: le tiene asco y horror al cochino. ¡A cuanto cochino ve, trompazo!

La muerte que amedrantó más a los portugueses fue la de Gaspar Fernández. El elefante más gigantesco le cogió con la trompa, le tiró por el aire, y no bien cayó al suelo, le acabó de matar estrujándole el pecho y rompiéndole el cráneo con sus gruesas patas delanteras. Morsamor quiso vengar a aquel compañero de armas, que tal vez era el que más estimaba y quería.

Ayer, al morir el día, junto a la Puerta Vieja tocaba, con la lengüeta de hierro vibrando entre sus labios, los aires del país monótonos y de dulce tristeza. Pepe, el casero, cantaba cantares andaluces convertidos en vetustenses... y Petra tañía la trompa quejumbrosa, y yo sentía lágrimas dulces dentro del pecho... y la vaga esperanza volvía a iluminar mi espíritu.

La barbara nacion que se juntaba, No pudiera escaparse de su mano. Si el bravo y crudo Marte se hallára Con tal gente de guerra, tan ufano Y altivo se sintiera, que en la tierra A todos los mortales diera guerra. La trompa y atambor les ayudaba, Los caballos calor iban tomando: Contento grande, cierto, que causaba Aquesta gente allí escaramuzando.

Los sargentos dictaban cifras, comunicadas en voz baja por otro artillero que tenía en una oreja el auricular del teléfono. Los sirvientes obedecían silenciosos en torno del cañón. Tocaban una ruedecita, y el monstruo elevaba su morro gris, lo movía á un lado ó á otro, con la expresión inteligente y la agilidad de una trompa de elefante.

Poco después Bonifacio se arriesgó, poniéndose muy colorado, a traducir otra observación humilde esta de la Gorgheggi al idioma del trompa pertinaz, un hombre de tan mal genio como oído; la tiple había hablado en español, había dicho «compás» como, de hablar, podría decirlo un canario; pero el hombre del bronce no había querido entender tampoco; la traducción de Bonifacio consistió en repetir a gritos las palabras de la cantante, inclinándose desde el palco sobre la cabeza calva del músico.

Eduardo generoso, Tercero de Ingalaterra, De las tres brillantes rosas, Luz, norte, amparo, defensa; , que en alas de la fama Siempre celebrado vuelas, Ocupando en tus memorias Voz, aplauso, trompa y lengua: Yo soy Estela infelice, Y de Salverich condesa, La conclusión es: Porque en poblado los hombres, Porque en el monte las fieras, Porque en el aire las aves, Cielo, sol, luna y estrellas.