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Don José era un señor excelente, que no hacía más que cuidar de su hacienda, jugar á la malilla en la reunión de la botica y dar gusto á Doña Antonia. Esta señora tenía una pasta de las mejores: cuidaba de la casa con esmero, cosía y bordaba.

Cuando Calderón entró, Mariana bordaba con afectada aplicación mientras su Madre se mantenía mano sobre mano, como si hiciese largo rato que se hallase en tal postura. Ramoncito y Castro apenas se fijaron en esta maniobra.

Verdad es que Cunegunda era muy fea, pero hacia excelentes pasteles; Paquita bordaba, y la vieja cuidaba de la ropa blanca. Hasta fray Hilarion sirvió, que aprendió con perfeccion el oficio de carpintero, y paró en ser muy hombre de bien. Panglós deeia algunas veces á Candido.

Arroyuelos de agua cristalina corrían serpenteando y murmurando por el somero cauce que naturalmente habían abierto, y en cuyas márgenes crecían violetas, rosas silvestres y mil hierbas de olor. No bien empezaba a anochecer discurrían por el aire en multitud sin cuento las luciérnagas, como brillantes joyas con que bordaba allí su manto la primavera.

Frente por frente, en muy buena luz colocado, había un pulido bastidor de caoba, en que el tío Frasquito, nieto en el siglo XIX del prócer del siglo XVII, bordaba en tapicería unas preciosas babuchas.

Y ambos se emparejaron y se pusieron a caminar al paso, unas veces vivo, otras muerto, de sus cabalgaduras. Conforme se alejaban de la villa industrial, el paisaje iba siendo más ameno. La carretera bordaba las márgenes de un río de aguas cristalinas, y era llana y guarnecida de árboles.

Una de ellas tenía en la mano un libro de horas, otra cosía, la tercera bordaba con hilo de plata un pequeño roponcillo de seda, que sin duda se destinaba á abrigar las carnes de algún santo de palo. Las tres, colocadas con simetría, silenciosas y tranquilamente ensimismadas en su oración ó su trabajo, ofrecían un cuadro sombrío, glacial, lúgubre.

Cediendo tu fiereza en mi seno estreché con embeleso tu celestial cabeza... ¡Y el último fulgor de tu pureza partió con el rumor del primer beso...! Ya se ha borrado la estela que bordaba aquella nave, que al impulso de su vela, sobre los abismos rueda ráuda y gentil como el ave.

Cuando el astro tocó al término de su carrera, una banda vaporosa y ondeada que bordaba á lo lejos el límite del extremo de los pantanos, purpureóse de repente con la luz del incendio y guardó por un momento la irradiada transparencia de una nube surcada por el rayo; hallábame entregado todo entero á la contemplación de este cuadro verdaderamente sellado por la grandeza divina, y que atravesaba como un rayo más el recuerdo de César, cuando una voz baja como oprimida murmuró cerca de : ¡Dios mío, esto es magnífico!

Lucía bordaba con todo primor, en blanco, en seda y en oro; hacía calados, pespuntes y vainicas como pocas, y en guisos y dulces nadie se le ponía delante, que no saliera con la ceniza en la frente. Sólo resplandecía aún la superioridad de Doña Antonia en las faenas de la matanza.