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Al fin tuvo la bondad de proporcionarle alojamiento en su propio domicilio el cura del pueblo, anciano muy respetable y sencillo. Por la noche, aprovechando la ocasión en que el enfermo dormía profundamente, tomáronle en brazos cuatro robustas mujeres y le condujeron a la nueva vivienda, no sin que se resistiese en el camino, aunque sin lograr soltarse, por haber sido fuertemente sujeto.

Coleta había conocido a este animal. Cazaba los gamos a la carrera en medio de la noche; no había venado que le resistiese. Una vez hizo ganar a su amo cerca de tres mil reales.

Fué en el siglo XII que, bajo la autoridad superior del imperio de los Francos, á la cual estaba sometido el país como parte de la Borgoña trasjurásica, los duques de Zaehringen resolvieron crear un sistema de ciudades libres que resistiese á la ambicion y las depredaciones de los nobles salteadores llamados señores feudales.

Y yo desconfío del buen éxito de mi mensaje. Por lo mismo, quiero que usted asista a mi lado. ¿Y si yo resistiese? Resistiría yo. Pues bien: iremos. Dos días después estábamos en uno de los locutorios del convento de... el padre Ambrosio y yo. Colocado junto a la pared en que estaba la reja del locutorio, Amparo no podía verme.

Con esta resolucion se partieron amigablemente los Turcos, y Turcoples de nuestra compañia la vuelta de su patria. Tomaron el propio camino que truxeron quando vinieron con los Catalanes desde Galípoli. Atravesaron toda Thracia, sin que persona alguna se les resistiese, talando y destruyendo con grande inhumanidad todas las Provincias por donde pasaron.

Pues haz cuenta, Anselmo amigo, que Camila es fínisimo diamante, así en tu estimación como en la ajena, y que no es razón ponerla en contingencia de que se quiebre, pues, aunque se quede con su entereza, no puede subir a más valor del que ahora tiene; y si faltase y no resistiese, considera desde ahora cuál quedarías sin ella, y con cuánta razón te podrías quejar de ti mesmo, por haber sido causa de su perdición y la tuya.

Y como hasta aquí estuviesen los indios hechos dueños de aquella poblacion, ensoberbecidos por el dinero que les habian pagado, y por las gratificaciones de los Rodriguez y sus parciales, contemplándose ya superiores, negaron la obediencia, y no quisieron egecutar la órden que se les habia dado para retirarse: antes con mayor insolencia volvieron por la noche al saqueo, acometieron la casa y tienda de D. Francisco Polo, que no le sirvió ser de un criollo para libertarla, y como amaneciesen en esta operacion, fueron vistos por el dueño, quien fué á pedir á D. Jacinto remediára aquel exceso: lo que oido por el indio, Gobernador de Challata, D. Lope Chungara, compadecido de tantos estragos, resolvió se juntasen los vecinos, y unidos echasen á los indios, y con la órden que dió, de que el que se resistiese lo matasen, habiéndola egecutado en dos ó tres de los mas atrevidos, se logró el intento, saliendo los demas sin la menor resistencia.

Si así se hubiere efectuado, ya que era de regla principiar las batallas por cargas de caballería, y ya que un subalterno se toma la libertad de pedirlo, la batalla se hubiera ganado, porque el segundo de Coraceros no halló jamás, ni en el Brasil ni en la República Argentina, quien resistiese su empuje.

Impacientes de que resistiese su furor tan pequeña poblacion, mal asistida de municiones de guerra y boca, volvieron con mayores fuerzas por el mes de Febrero de 1781 á redoblar los ataques y los asaltos. El cura, Dr.

Bien puede sin vanidad ni soberbia exclamar el Padre Rivadeneyra que al mismo tiempo que Martín Lutero «quitaba la obediencia á la Iglesia Romana y hacía gente para combatirla con todas sus fuerzas, levantaba Dios á este santo capitán para que allegase soldados por todo el mundo y resistiese con obras y con palabras á la herética doctrina