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Le he invitado a comer para esta noche dijo a Laura. ¡Y es todo un novio el que te anuncio! agregó bromeando. Laura se había puesto escéptica en materia de novios. Pensaba que no se casaría, ella que naciera madre, por sus sentimientos, de todo ser que necesitase su auxilio o protección.

La consternación más profunda se pintó en el semblante de su hija al tener conocimiento de la fatal decisión. No valieron súplicas ni lágrimas ni se logró nada con la intervención oficiosa de algunos amigos diputados para ello. Don Ramón permaneció inflexible. O Barragán era invitado o él mismo dejaría de asistir a la ceremonia. Se tragó, pues, a Barragán, ¡un trago bien amargo!

Mirada torva, dificultad en el hablar, como si no se acordase de las palabras, y un apretón de manos que aún me duele. Pero me dio las gracias como pudo al saber por Nélida que yo y otro señor compatriota mío habíamos tenido grandes atenciones con ella. Hasta me ha invitado a que vaya a pasar unos días en su estancia. ¡Qué vida ésta del Océano! ¡Qué cosas ha visto el buque!...

Además se complacía en defenderle en todas partes y a boca llena le apellidaba el primer poeta español de su siglo. Un día fue invitado para la velada que en honor suyo debía celebrarse al día siguiente en el salón paraninfo de la Universidad. Como admirador, como discípulo y amigo íntimo, ocupó un puesto en primera fila, «entre los alabarderos» como él mismo decía riendo a su maestro.

El recuerdo de miss Maud Watkinson hizo recordar a Huberto que estaba invitado para la mañana siguiente a una partida de sport en que ella debía encontrarse en casa de los Brimont, en Compiegne.

El pianista se había fugado á Niza, al salir del Casino, con sus amigos los ingleses, que jugaban al poker en el landó. Novoa estaba invitado á comer por un colega del Museo, y no volvería hasta media noche. Miguel recordó sus impresiones de la tarde.

Sin embargo, cuando, entre el laberinto de casas sombrías, iba caminando hacia mi casa, no pude menos de pensar que mi futura suegra no había soltado prenda alguna respecto a la posibilidad de nuestro matrimonio ni me había invitado a entrar de nuevo en su casa.

Mis amigos te conocen ya, por referencias de fuera, y porque les he hablado de tiYo que lo , adiviné, desde luego, que había invitado a mi padre para que sirviese de espectáculo, y que le ordenaría hablar en verso. Esto de que unos señorones, que no sabíamos quiénes eran, se riesen de él, me producía cierta lástima y me daba alguna rabia.

Desde la primera mañana de su instalación, fue invitado cortésmente para acompañar al dueño de casa y dos o tres más de sus huéspedes, a pasar a la sala de los arneses, para hacer un poco de esgrima, si lo tenía a bien. El señor de Sontis contestó que tendría mucho gusto en ejercitar un poco su muñeca, pues hacía mucho que no tiraba.

Los saludos de fórmula se pronunciaron maquinalmente de una parte y de otra; y D. Luis, invitado a ello, tomó asiento en una butaca, sin dejar el sombrero ni el bastón, y a no corta distancia de Pepita. Pepita estaba sentada en el sofá. El velador se veía al lado de ella, con libros y con la palmatoria, cuya luz iluminaba su rostro. Una lámpara ardía además sobre el bufete.