United States or Dominican Republic ? Vote for the TOP Country of the Week !


Un robusto mocetón, que llevaba en el capote galones de cabo, ayudó a la celebración del santo sacrificio. El cabecilla rezó la misa pausada y lentamente, con la conciencia tranquila, sólo atento al sentido místico de las augustas frases que sus labios saboreaban como un jugo espiritual al decir: Judica me, Deus, et discerne causam meam...

El pobre moceton, apesar de sus 30 años y su sangre azul, no podia soportar que nombrasen siquiera á las mujeres, y para atormentarle, un Genoves marino que le acompañaba le espetaba á cada diez minutos una historieta de italiano y soldado, que hacia espeluznar al inocente mancebo.

Cuando un mocetón empieza a andar en malos tratos, ya los del oficio, al hablar de él, dicen: "jamás será nada" o "es un muchacho de esperanzas y que irá lejos", según sea que tal pájaro haya salido bien o mal en sus primeros revuelos.

«¡Rica!... ¡Monísima!... ¡Acércate, prenda, que tengo que decirte una cosa!...» «¡Oh carina tanto bellaCada mocetón usaba de su idioma para exteriorizar el entusiasmo.

Era cierto que aquel mocetón, frío, espiritual y fastidiado, le había intimidado siempre; sentíase inquieta cuando se le acercaba en su salón. Creyó recordar, sin embargo, que siempre la había tratado con una cortesía excepcional, dispensándola de las bromas burlescas con que gratificaba a las demás mujeres. Halagábala el pensar que era respetada por aquel libertino.

Delante del «paso» iba un mocetón vestido con túnica morada y coronado de espinas. Sus pies hollaban descalzos las azuladas piedras de las callejuelas. Marchaba encorvado bajo la pesadumbre de una cruz dos veces más grande que él, y cuando tras larga detención reanudaba el paso, las buenas almas ayudábanle a tirar de su carga.

Tras ellos se agrupaban muchos ballesteros de La Nuit y del Brabante, que observaban con interés el ejercicio á que se entregaban sus aliados ingleses. ¡Bravo, Gerardo! dijo el viejo Yonson á un mocetón de ojos azules y rubio cabello que con labios entreabiertos y fija mirada, seguía la dirección de la flecha que acababa de lanzar.

El mocetón contestaba sin vacilar; como si de antemano tuviese bien determinados todos sus deseos. Casáme, jartáme y moríme...

Al fin, el amo es el amo y pa eso me tiene allí don Luis: pa que guarde sus intereses. Fue un nuevo tormento para Fermín ver la arrogancia con que se alejaba el mocetón, la firme tranquilidad con que hablaba de hacerse matar por los que osasen el más leve atentado contra la propiedad de su señor. ¡Ay! ¡si el jayán inocente, en el cumplimiento de su deber, supiera lo que él!...

Rafael, que era ya un mocetón de dieciocho años, endurecido por el trabajo, se presentó en la viña para dar la mala noticia a su padrino. Muchacho, ¿y ahora qué va a jacer? preguntó el capataz interesándose por su ahijado. El mocetón sonrió al oír hablar de una colocación en otro cortijo. ¡Nada de trabajar la tierra! La aborrecía.