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Luego los turcos se pusieron al derredor del castillo, y este día no lo tomaron, hasta otro que el Bajá y Dragut se hallaron á la puerta del castillo, como salían los capitanes que se habían encerrado y retirado dentro, por miedo que tuvieron de perder la vida, y asimismo otros capitanes y gentiles-hombres particulares que estaban heridos, que entre todos serían pocos menos de 1.000 hombres, y los escribían á cada uno por su nombre, y fueron consignados por captivos del gran Turco, y donde los pobres quedan con poca esperanza de haber libertad, y éstos creyendo salvarse en el castillo acertaron mal, porque fué peor para ellos, que los otros que fueron presos en el fuerte quedaron en poder de particulares, los cuales con el tiempo podrán haber la libertad, ó por rescate ó por otra manera, y algunos se rescataron muy presto y otros huyeron y se salvaron.

Aquélla... aquélla... murmuró él con fingido desprecio . No por dónde anda, ni me importa. Valiente... Sus labios intentaron decir una ofensa, pero no acertaron a formularla. Comprendió que era una villanía hablar mal de Mariquilla, aunque fuese en son de astucia para averiguar su paradero.

Y un día Emilia y Juan José Castaño vieron entrar en su casa a la gran Isidora elegantemente vestida de negro, con un lujo, con un señorío, con un empaque tal, que ambos esposos se quedaron perplejos, como quien ve visiones, y no acertaron a contestar a sus primeras preguntas.

Y aunque él de solo el indio se recela, Alguna de su gente se alteraba; El ardidoso Rocha, el bravo Vela, Con otros quince mozos concertaron Su remedio buscar, mas no acertaron. De estaba el real ir pretendieron Por tierra al Paraguay: determinado El caso, con secreto, pues, salieron Siguiendo su camino despoblado.

Para facilitar y poner en obra este deseo, acertaron a pasar por allí unos cautivos, que también lo debían de ser falsos como nosotros agora; les compramos este lienzo y nos informamos de algunas cosas de las de Argel, que nos pareció ser bastantes y necesarias para acreditar nuestro embeleco; vendimos nuestros libros y nuestras alhajas a menosprecio, y, cargados con esta mercadería, hemos llegado hasta aquí; pensamos pasar adelante, si es que el señor alcalde no manda otra cosa.

Transcurrió un minuto; aún rechinaban los goznes de la puerta, cuando don Quintín oyó el timbre de una voz que le dejó trémulo de espanto; apenas sus labios acertaron a balbucear un nombre: ¡¡Es Frasquita!! También sonó la voz de Carola: Buena mujer decía , aquí no vive ese señor. ¡Ya lo , ya lo ! repetía la voz espantable ; pero ahí dentro está; ¡déjeme usted pasar! ¿Es usted su criada?

Aunque aparentemente sana, estaba herida de incurable enfermedad. Al principio se presentó un síntoma que no acertaron a explicarse las buenas señoras: Algo decía la enferma como hormigueo en la columna medular; algo que descendía, rápido como relámpago, hacia las extremidades inferiores. En ocasiones, vértigos que duraban un instante y que dejaban a la paciente cansada y sin fuerzas.

Los dos primeros no le acertaron, pero dieron en el tubo, y el tercero rompió la botella en mil pedazos. Supuse que con aquello se daría por satisfecho, pero siguió disparando contra el tubo hasta vaciar su arma, el último de cuyos proyectiles me rozó los cabellos. ¡Ah del puente! gritó una voz con gran regocijo mío. ¡Un momento! exclamaron Ruperto y De Gautet, echando a correr.

Los siete sabios, tan profundos en lingüística, que acababan de llegar sin el ave fénix, y que por ende estaban condenados a morir, acudieron también; mas, aunque se les prometió el perdón si leían aquella carta, no acertaron a leerla, ni pudieron decir en qué lengua estaba escrita.

Los que no acertaron á seguirle, quedaron muertos á manos de los indios de los pueblos citados, que pelearon con todo el furor que les inspiraba la memoria de los destrozos, y pérdida que habian sufrido de las mugeres, hijos y ganados.