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Actualizado: 23 de junio de 2025


Al fin, obligándoles a prometer antes que lo guardarían fielmente, se lo dijo. Había observado en las niñas tendencia señalada a enamorarse de los calaveras, de los vagos, de los malvados, y a rechazar a los hombres laboriosos y formales. Para que su hija no cayera en poder de alguno de aquellos invertía las referencias que le hacia de cada cual.

Allí ha mordido la maledicencia urbana a los jugadores trasnochadores, a los maridos calaveras, a la juventud disoluta y disipada, y cada mordisco de mamá indignada ha hecho los estragos de la viruela en el retrato moral de las víctimas.

Esposas, látigos, calaveras, rosarios y cirios completaban el adorno; abajo ardía una hoguera en torno a un poste con argolla y figuraba una caperuza como un embudo adornada de serpientes, sapos y cabezas cornudas.

Los calaveras cincuentones resultan terribles por su candidez, y aunque los aíslen, son capaces de enamorarse de la criada de la casa. Doña Manuela afirmábase aún más en esto al notar lo que ocurría en torno de ella. ¿De quién era aquel pie que debajo de la mesa pisaba el suyo? ¿Qué rodilla era la que tan audazmente acariciaba su falda de seda?

Si es más moderna o del día, levita a la Utrilla en los calaveras, y polvos, casacón, y media en los padres. ¡Ah, ah! Muy bien. Además, eso en el ensayo general se le pregunta al galán o a la dama, según el sexo de cada uno que lo pregunta, y conforme a lo que ellos tienen en sus arcas, así... ¡Bravo! Porque ellos suelen saberlo. ¿Y cómo presentará usted un carácter histórico?

Reconocían la inmortalidad de las almas, las cuales habían de gozar en el mundo de los espíritus, ó sufrir en Zazarraguan ó casa de Caifí, con cuyos nombres conocían el infierno y el demonio. Sus sacerdotes, que se llamaban Macambas, invocaban á las calaveras, teniendo mucho temor á las almas de sus abuelos que llamaban Anitis.

Como partió una andanada al mismo tiempo que la pregunta del capitán, Santiago aparentó no haberla oído, y continuó con una imperturbable impudicia: Aún le veo, capitán, todo vestido de rojo ¡el malvado! con unas calaveras bordadas de plata, y después una talla... ocho pies y algunas pulgadas; unos hombros... unos hombros anchos como la popa de la escampavía, y después una barba roja, cabellos rojos, ojos brillantes, y unos dientes... es decir, unos colmillos como un jabalí.

Esta versión es tanto más fundada, cuanto que los únicos ejemplares de calaveras que se conocen de esta clase proceden de los sitios donde sentaron sus aduares las razas amarillas.

Uno de aquellos calaveras cogió al muchacho del brazo y lo hizo subir al salón que acababan de dejar, en el que quedaban todas las últimas heces del desenfreno y la borrachera. La crápula volvió á empalmarse, haciendo participar al muchacho de todos los goces, recorriendo en dos horas cuantas páginas escribe el delirio inspirado por todas las pasiones.

Es más: yo creo que si no fuera al Jockey, no le querrías tanto. Un marido un poquitín calavera un poquito nada más ¿eh? es más seductor, tiene más sal. La absoluta santidad masculina no suele hacernos absolutamente felices a las mujeres. Los santos suponiendo que los haya no están bien más que en el cielo. Aquí, en la tierra, los calaveras claro, con medida son más amados que los ángeles.

Palabra del Dia

irrascible

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