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A punto estuvo Thiers de incomodarse, pues la benevolencia de su amigo como que parecía preludio de una defección. Siguió Bringas desfogando su ira contra los progresistas, la Milicia Nacional, Espartero, sin olvidar el chas-cás; contra el titulado Himno de Riego, contra los llamados demócratas y todo bicho viviente, hasta que Pez, hastiado, llevó la conversación al asunto de su viaje.

Ya le bastaban las de los Pazos. Nótese cómo un hidalgo campesino de muy rancio criterio se hallaba al nivel de los demócratas más vandálicos y demoledores.

La culpa de todo la tenía el deán, que era un trasto y quería la lectoral a todo trance para su sobrinito. ¡Valientes perros estaban tío y sobrino! Este había hecho discursos racionalistas, y cuando la Gloriosa dio vivas a Topete y a Prim en una reunión de demócratas.

«Tal vez, aunque no era seguro, ni mucho menos, entre aquellos hombres que la admiraban de lejos, devorándola con los ojos, habría alguno digno de ser querido... pero las tías se encargaban de mantener las distancias que exigía el tono, y los pobres abogadillos, o lo que fueran, tal vez demócratas teóricos, respetaban aquellas preocupaciones, y participaban a su pesar, de ellas.

Peroraba Mendoza desde uno de los bancos de la izquierda, donde acostumbraban a sentarse los jóvenes demócratas, y lo hacía con tanto desembarazo, con tan briosa entonación como si en toda la vida hubiera hecho otra cosa. ¡Ave María! dijo Miguel para este Brutandor no conoce la vergüenza. Y se sentó en una silla para escucharle.

Festejando el raro consorcio de ambas bellezas, Cristela quiso llamarle el príncipe «Unico»... Pero con mucha cordura pensó luego que el nombre de «Unico» se prestaría un poco a las chungas de los liberales y demócratas... Deseosa de librar al niño hasta de la sombra de este pequeño ridículo, le llamó entonces el príncipe «Fénix». Y con tal nombre lo bautizó el gran cardenal arzobispo de palacio, oficiando ayudado por veintitrés monaguillos.

Felicitamos al general O'Donnell, presidente de esta situación liberal, al señor Negrete, que en algún rato lúcido ha dado cima a obra tan colosal, y a los demócratas protectores de este Gobierno», hubo exclamado agitando el periódico en las manos: ¡Qué intención! ¡Caracoles! ¡¡Qué intención!! Este afán, mejor dicho, esta pasión por la prensa, no era platónico como ya hemos advertido.

A juzgar por su aspecto modesto y su lenguaje sencillo y chistoso, le tomé por un propietario campesino, de vida retirada, aunque muy culto. Pero luego fuí cambiando de opínion. Al saber que yo era republicano de Hispano-Colombia, me tomó cariño y me hizo mil preguntas sobre la vida de perros que llevamos los demócratas en el Nuevo Mundo.

¡Y qué chistosamente cursis resultaban siempre aquellos demócratas!... ¿Pues no se les había ocurrido lo primero ir a darle una serenata al interesantísimo don Emilio tocando la Marsellesa?... ¡Ah! ça ira, ça ira, ça ira... Celui que s'élève on l'abaissera. Celui que s'abaisse on l'élèvera. ¡Ah! ça ira, ça ira, ça ira... ¡Qué delicia! exclamó Currita . ¿Y no les echó él un discursito?

El Noticiero de Dutch Flat comentó el suceso con su poca aprensión característica: «El nuevo leader de los demócratas de Calaveras, acaba de llegar a la legislatura con un flamante proyecto. Se trata de la conversión del nombre Galba en el de Ponce, apellido del coronel Roberto. Creemos que llaman a eso una fe de casamiento.