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9 Y el aljibe en que echó Ismael todos los cuerpos de los varones que hirió por causa de Gedalías, era el mismo que había hecho el rey Asa por causa de Baasa, rey de Israel; lo llenó de muertos Ismael, hijo de Netanías. Los llevó, pues, cautivos Ismael hijo de Netanías, y se fue para pasarse a los hijos de Amón.

La casa era de estas bajas, trazada según el patrón antiguo, que la piqueta del progreso va ahuyentando del centro de la ciudad: una puerta y dos ventanas a la calle; el zaguán recto hasta el fondo, cortado por dos patios embaldosados y el comedor abriendo sus puertas sobre ambos; y a la derecha, cuatro o seis habitaciones en fila; plantas y aljibe en el primer patio, la escalerilla de las piezas altas en el segundo, cuyo maderamen pintado de verde se ve desde la calle.

En un armario reposan antiguas casullas, bernegales con coronas de oro abiertas sobre el cristal, un cáliz con un blasón en el pie y una leyenda que dice: Se izo en 24 de Agosto de 1714. Del Dr. Pedro Ruiz y Miralles. Junto a la cochera está el aljibe, ancho, cuadrado, con una bóveda que se hincha a flor de tierra.

Allí todo era cuestión de dinero. Teniéndolo, se hallaba desde la pieza lujosamente amueblada, hasta el tugurio infame, donde podía gozarse de las comodidades de un catre de los muchos que, en fila y pegados unos a otros, contenía un pequeño cuarto de madera, y desde el vino y los manjares exquisitos, hasta las sobras de éstos, barajadas en un champurriao indescifrable, y que podía remojarse con el agua turbia del aljibe, donde viboreaban los pequeños gusanitos rojos, descendientes quién sabe de qué putrefacción y cuyos movimientos rápidos y variados podían servir de diversión al ánimo preocupado.

Las pilas son de piedra arenisca; el pozal es de madera; sobre la puertecilla destaca un cuadro de azulejos. San Antonio, vestido de azul, mira extático, cruzados los brazos, a un niño que desciende entre una nube amarillenta y le ofrece un ramo de blancas azucenas. Detrás del aljibe hay una balsa pequeña y profunda. La cubre una parra.

Formáronse en grupos los viñadores, en torno del aljibe, que elevaba sobre la replaza su gran aro de hierro, rematado por una cruz. Al llegar arriba el sacerdote con su séquito, Dupont abandonó el cirio para arrebatar al gañán encargado del cuidado de la capilla, el hisopo y el caldero de agua bendita.

Al llegar aquí el Sultán se encontró a todos sus wazires y cortesanos que formaban un ancho corro, con el un pie levantado, el otro adelante y la cabeza todavía más avanzada, como si mirasen algún hondísimo aljibe que se les hubiere abierto delante de su ojos. Tanto era el saludable temor que los detenía.

Se oyó el golpe del bastón de don Pablo en las losas del patio y sus pasos mesurados; Quilito se arrancó de los brazos de la tía y huyó por las habitaciones interiores, trepando la escalerilla de su cuarto, donde se encerró con doble vuelta. ¿Quién estaba en la sala, Casilda? preguntó don Pablo Aquiles deteniéndose junto al aljibe. Nadie contestó la señora, yo sola. ¿Así, de velo y mantón?

¿Es usted un aljibe, don Federico, para querer recoger toda el agua que cae del cielo? preguntó a Stein el pastor José ; colemos adentro, que los tejados se hicieron para estas noches. Algo darían mis pobres ovejas por el amparo de unas tejas. Entraron ambos, en efecto, hallando a la familia de Alerza reunida a la lumbre.

Entraron en un patio miserable. Los pilares eran de negruzca y carcomida madera. Añoso granado retorcía su ramaje junto a un aljibe. La cal reverberante, el azul denso del cielo, y las flores rojas de las malvas en las ventanas formaban hechicera desarmonía. Atravesaron cuadras atestadas de camas y traspontines, como en los ventorrillos morunos.