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Un oficial palatino de Al-hakem, gefe de sus caballerizas, llamado Musa Ibn Semáh, acude en una ocasion al Sultan en queja del Cadí, esponiendo que este se ha escedido de su autoridad y sentenciado contra él injustamente. Pronto veré yo, dícele Al-hakem, si lo que me refieres es cierto.

Ha, dixo la mora, loado sea Dios misericordioso; ya sois Turco. Respondíle que daba las gracias al Señor que me habia dado fuerza para serlo, y creí que era muy dichoso. Por la mañana vino á circuncidarme el iman; y poniendo yo alguna dificultad, me propuso el cadí del barrio, hombre de buena composicion, que me mandaria empalar.

Olvidaba el infeliz que ya no habia en toda la España musulmana ni un solo estado que pudiese aventurarse á luchar con las tropas de Castilla, ni un solo cadí que supiese acallar su ambicion en beneficio de su patria. Confió, pero sin fruto: vió que todos los dias se aumentaban sus enemigos, nunca sus soldados.

En la capilla del centro, hoy capilla de Villaviciosa, tenia su sitio reservado el Califa cuando no hacia de Imám, y en la de Occidente, que ya no existe , se veía el puesto del Cadí de la Aljama.

Así claman los mas celosos, y arremolinándose en torno de los dos indefensos cristianos, emprenden con ellos á golpes, los derriban á bofetadas y empellones, y de buena gana los habrian muerto dentro del mismo templo como en desagravio de su profanacion; mas acudiendo el Cadí de la Aljama, se los entregan para que les aplique la pena de muerte y mutilacion de manos y piés, á que se hicieron acreedores por su delito, y excitan á sus regidores á concluir de una vez con el nombre de cristianos por medio de una persecucion sangrienta y sin tregua.

A occidente habia otra, sobre cuyo destino hemos conjeturado, con el inglés Swimburne, que podia tener en ella su puesto el Cadí superior ó Cadí de la Aljama.

Aquél, decía uno, es el Cadí Anakin; éste es el Katib Abdual, gritaba otro; pues estotro, gritaba aquél, sin pizca más ni pizca menos, es el Intendente de los tesoros Albut Seid. Mirad qué ojos abre en cuanto ve relumbrar algo que le parece oro o plata.

Tanto tardaba en ponérsele, que se enfadó el iman; y advirtiendo que era cristiano, llamó gente. Lleváronme á casa del cadí, que me mandó dar cien varazos en los piés y me envió á galeras, amarrándome justamente á la misma galera y al mismo banco que el señor baron.

La primera escena es en la casa del Cadí de Granada, en donde los moros celebran en secreto su aniversario; llaman de repente á la puerta, y pide entrar Don Juan de Malec, descendiente de los antiguos reyes de Granada, que, sumiso á las leyes de Felipe II, se ha convertido al cristianismo, habiendo sido premiado con el cargo de concejal de la ciudad.

Mantendrá numerosos espías que le enteren del estado de la opinion pública: estallará mañana una insurreccion en el suburbio occidental, y al dia siguiente al rayar el alba aparecerán colgados en las alamedas del Guadalquivir trescientos cadáveres desfigurados!... Al-haken enriquece la aljama de Córdoba con una joya de mucho mayor prez que el oro y el mosáico: confiere el cargo de su Justicia mayor ó Cadí de los Cadíes al sabio y virtuoso Mohammad Ibn Bashír, y con este solo acto ha hecho lo suficiente para que su nombre resuene siempre venerado en las aulas del templo.