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En este punto, no obstante, los escritores de raza latina se señalan más por su amor á la unidad que los germanos y eslavos, inclinados siempre con predilección á la variedad.

La lava esparcida sobre un terreno nos hace conocer la existencia pasada de un volcan que no hemos visto; las conchas encontradas en la cumbre de un monte nos recuerdan la elevacion de las aguas, indicándonos una catástrofe que no hemos presenciado; ciertos trabajos subterráneos nos muestran que en tiempos anteriores se benefició allí una mina; las ruinas de las antiguas ciudades nos señalan la morada de hombres que no hemos conocido.

El clérigo sabía que estas cruces señalan el lugar donde un hombre pereció de muerte violenta; y, persignándose, rezó un padrenuestro, mientras el caballo, sin duda por olfatear el rastro de algún zorro, temblaba levemente empinando las orejas, y adoptaba un trotecillo medroso que en breve le condujo a una encrucijada.

Habiendo de ser tan vasto el manejo de los factores, y ellos sujetos, como queda expresado, me parece debérseles señalar diez por ciento de las utilidades que quedasen libres a la factoría, que es lo mismo que señalan las leyes a los tutores de menores por la administración de sus bienes; pero no debía permitírseles ningún otro giro ni granjería particular por , ni por interpósita persona, ni tampoco el que usasen de cosa alguna de la factoría, a excepción de la habitación, que deberían tener en las casas principales, sin otra alguna cosa.

Su clima y su espíritu, su lengua y sus costumbres los señalan como los mas á propósito para investigar, profundizar, descubrir: la filosofía trabaja la Alemania, muchas y variadas escuelas la dividen, grandes y provechosas polémicas la ilustran, discusiones admirables la iluminan. Ellos recojen atentamente el espíritu humano, le analizan y le traducen en libros. ¡Honor á la Alemania pensadora!

Allí reina la inteligencia, soberana del mundo, allí se respira el aire de la gloria, allí se levantan esas altas pirámides que señalan el camino del mundo, allí están reunidos los héroes del pensamiento, los atletas de la inteligencia, allí está la verdadera aristocracia de la humanidad, que cuenta por blasones 300,000 volúmenes: allí está el orgullo de las sociedades, la riqueza del porvenir, la gloria del pasado, el honor de las presentes edades.

TEOGENES, y CORABINO, con otros quatro Numantinos, Gobernadores de Numancia, y MARQUINO, hechicero, y un CUERPO MUERTO, que saldrá á su tiempo. Sientanse á consejo, y los quatro Numantinos que no tienen nombres, se señalan asi: PRIMERO, SEGUNDO, TERCERO, QUARTO.

Mi vacilación y mi duda están en otra cosa. ¿Hasta qué punto eran requisito indispensable, condición precisa de todo lo que hay de profundo y de íntimamente verdadero en el Hamlet, las rarezas de estilo, las excentricidades de que se muestra acompañado? ¿Serán defectos, reales defectos los que Voltaire y Moratin señalan como tales, consistiendo sólo la falta de estos críticos en no ver y reconocer en todo su brillo y hermosura los numerosos aciertos que hacen que toda falta se borre y se olvide? ¿Estos defectos, aunque inevitables, dados la época en que Shakspeare escribió y el público a quien se dirigía, son, a pesar de todo, defectos? ¿O por último, no son defectos los que Voltaire y Moratin señalaban, sino excelencias y perfecciones que no comprendían?

Aquel año vino á esta ciudad el rey don Enrique III, que parece presenció la ceremonia de colocar en la Giralda el reloj, dándose al acto toda la importancia que merecía, como así lo señalan las crónicas.

Unas veces con un silencio injustificado y receloso, otras con un ataque intempestivo como el que ahora ha experimentado Tristán, señalan al público el sitio donde está lo bueno. En las aldeas de Francia he visto que para descubrir las trufas sueltan los cerdos al campo. En el sitio donde las hay se detienen y comienzan a hozar estos animales.