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Casi siempre se rinde fiel homenaje á las costumbres nacionales, y se les da animación y vida, y todo esto, juntamente con las excelencias indicadas, infunde tal placer, que casi se olvida por completo la seca y hasta repugnante historia que constituye su fondo.

De las tiendas salían haces de luz que llegaban al arroyo iluminando las piedras húmedas cubiertas de lodo. Delante del escaparate de una confitería nueva, la más lujosa de Vetusta, un grupo de pillos de ocho a doce años discutían la calidad y el nombre de aquellas golosinas que no eran para ellos, y cuyas excelencias sólo podían apreciar por conjeturas.

Las faltas de este gran poeta están en enlace tan íntimo, sin duda alguna, con sus excelencias; son efecto tan necesario de sus condiciones individuales, y, en parte, del tiempo y el lugar, en que escribió, que no es justo de ningún modo censurarlas, como no lo es tampoco callarlas, exigiéndolo así, no sólo el deber de conocer á nuestro autor profunda y radicalmente, sino la justicia que debe hacerse á la literatura dramática española en su conjunto, puesto que, con arreglo á ella, no es lícito considerar á Calderón única y exclusivamente como al poeta más grande de esta literatura.

Sus compañeros de juego eran también excelencias, directores de departamento, y experimentaron al oírle un poco de envidia; cada uno de ellos tenía también a sus órdenes un ejército de empleados; pero eran todos hombres grises, opacos, sin ninguna originalidad, vulgares. Y yo, pásmense ustedes dijo una de las excelencias , tengo un empleado con un lado de la barba negro y el otro rojo.

Para estas fiestas, en las cuales cantaban las excelencias y las antigüedades de sus Anitis, se adornaban las mujeres tiñéndose de negro los dientes y blanqueándose el pelo, completando el adorno conchas, caracoles, plumas, insectos de colores y hojas de plátano. Los hombres se rapaban el pelo, yendo completamente desnudos.

Si los sucesores de Rotrou hubieran seguido su ejemplo, hubiese ganado mucho el teatro francés; pero desgraciadamente Corneille, al imitar los dramas españoles, emprendió una senda en la cual habían de desaparecer, en general, todas las excelencias y bellezas de aquéllas.

Acaso el dolor penetre en los átomos de la materia y los haga sabrosos, así como el dolor cuando penetra en el espíritu le purifica, le acendra y le presta bondad, hermosura y merecimientos que nunca sin el dolor alcanzaría. No deberíamos entonces decir como Epícteto: ¡oh dolor! nunca confesaré que eres un mal; sino ¡oh dolor! eres un bien y el crisol de las mayores excelencias y virtudes.

La verdad es, por más que sea muy triste verdad, que las más nobles virtudes y las más acendradas excelencias morales, no llegan a dar clara muestra de ni se manifiestan bien ni resplandecen, si los vicios, los pecados y las maldades no dan ocasión o causa para ello.

Los primos estaban como dos tortolitas, arrullándose siempre. Mientras más miraba él a Echeloría, más linda y angelical la encontraba y más melifluo se ponía con ella. Y mientras más miraba Echeloría a Mutileder, mayor número de perfecciones y de excelencias hallaba en él.

De cualquier modo que sea, conste que yo no defiendo aquí esta o aquella opinión. No es lo que escribo un tratado de filosofía política. No intento tampoco presentar a doña Luz como un dechado de excelencias, sino presentarla tal como ella fue.