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La fábrica de Sevres es en porcelana lo que los Gibelinos en tapices. El Japon es muy superior por lo precioso de la materia; pero no por lo hábil del trabajo. Bien, se dirá por alguno: ¿qué significa esa fábrica de Sevres? ¿Qué es? Un horno que funde jarrones, flores y vajillas para los reyes, para los grandes, para los ricos, una fábrica de preseas.

La de D. Juan 1.º se hizo sin aparato y sin pompa en 1388: pero en cambio su hermano D. Martin en 1399 quiso celebrar la suya con esplendor, siendo tal su empeño, que envió por la espada de Constantino que suponia estar en Palermo, reuniendo además grandes joyas y preséas.

Llevaba el primero un traje de elegante corte, aunque de obscuro color y sin los adornos y preseas que distinguían á los señores de la escolta real. Largos y muy rubios el cabello y la barba, contrastaban con la negra cabellera de la hermosísima joven que iba á su lado. Era alta y esbelta, de moreno y agraciado rostro.

Llegado que fue Roque, preguntó a Sancho Panza si le habían vuelto y restituido las alhajas y preseas que los suyos del rucio le habían quitado. Sancho respondió que , sino que le faltaban tres tocadores, que valían tres ciudades. ¿Qué es lo que dices, hombre? -dijo uno de los presentes-, que yo los tengo, y no valen tres reales.

Con todo esto, a la entrada de la ciudad, que fué a la oración, y por la puerta de la Aduana, a causa del registro y almojarifazgo que se paga, no se pudo contener Cortado de no cortar la valija o maleta que a las ancas traía un francés de la camarada; y así, con el de sus cachas le dió tan larga y profunda herida, que se parecían patentemente las entrañas, y sutilmente le sacó dos camisas buenas, un reloj de sol y un librillo de memoria, cosas que cuando las vieron no les dieron mucho gusto, y pensaron que pues el francés llevaba a las ancas aquella maleta, no la había de haber ocupado con tan poco peso como era el que tenían aquellas preseas, y quisieran volver a darle otro tiento; pero no lo hicieron, imaginando que ya lo habrían echado menos, y puesto en recaudo lo que quedaba.

¿Olvidáis que el nuevo capitán necesitará caballo y armas y preseas? añadió el fraile. ¡Ah! en todo estáis. ¿Podemos tener la provisión del rey dentro de tres días? , por cierto, sobradamente: el duque de Lerma es un carro que en untándole plata vuela. No os olvidéis de comprarla para poder venderla. ¡Ah! ¿Y por qué?

Ahí está mi primo Roberto, un gañán como hay pocos, que al empezar la retirada del enemigo en Poitiers puso sus manazas sobre el paladín francés Amaury de Chateauville, dueño y señor de cien villas y castillos, quien tuvo que aprontar cinco mil libras de oro por su rescate, amén de dos caballos soberbios con riquísimas preseas.

Entonces cada paso fue un desengaño: vio que la vida es lucha de egoísmos contrarios, donde el oro sirve de absolución para la infamia y salvo-conducto para la nulidad; el mundo una batalla en que se cuentan las preseas, no según lo que se trabaja, sino con arreglo a lo que se posee.

Asunción, que era la mayor, de una hermosura menos picante y graciosa que su hermana, pero más acabada, más interesante, más seria, digámoslo así, en una palabra, mucho más hermosa, se había puesto algunas de las joyas y preseas de Inés.

Las buenas mozas sonreían con sus requiebros y se les iban los ojos tras la gruesa cadena de oro del torero y sus grandes diamantes, preseas adquiridas con las primeras ganancias y a crédito de las futuras.