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¡Ya lo creo! ¡Y qué pan, señor Cornelio! dijo el piloto . Seréis el hornero, y nosotros los amasadores. Quiero ver ese milagro. Y yo dijo Hans. Ante todo busquemos para acampar un sitio más seguro y oculto dijo el Capitán . Los aires de estos lugares no son buenos para nosotros, y nos conviene un sitio donde podamos trabajar sin temor de que nos molesten. ¡Valor, muchachos!

Vieron los ojos del gigante apoyada en un lado de la mesa la cachiporra que se había fabricado durante su excursión á la selva de los emperadores. La presencia de esta arma primitiva le hizo sonreir de un modo inquietante para los pigmeos. Yo te aseguro, Ra-Ra continuó , que los primeros que vengan en tu busca y nos molesten corren peligro de morir aplastados.

Sentados en el lomo del libro de poesías traído por Flimnap, y que hacía ahora oficio de banco, vió á Popito y á Ra-Ra. Los dos amantes conversaban con las manos unidas y mirándose á corta distancia. No se molesten ustedes dijo el gigante . Continúen.

Usted dispense, caballero prosiguió volviendo los ojos a Andrés; pero este mozo es más animal que el andar a pie... Hoy no podemos salir a la hora en punto, porque va el señor gerente con el ingeniero a reconocer unas minas... De todos modos, no será cosa lo que nos retrasemos... Andrés levantó la mano, como diciendo: ¡Por no se molesten ustedes!

Relampaguearon sus ojos con ira, y sin dejar por esto de sonreír, levantó amenazante la mano, con todo su fantástico brillo de pedrería, como si fuese a abofetearle: Cuidado, Rafael: es usted un chiquillo y le trataré como a tal. Ya sabe que no gusto de que me molesten. No le despediré; pero si sigue así ¡va usted a llevarse cada bofetada!... ¡Qué pegajoso!

Que nos vayamos á una hostería. ¿Y Dorotea, que estará con cuidado? Se la avisará. Pues á la hostería. ¿Y á dónde que no nos molesten? dijo Juan Montiño. A la Cava Baja de San Miguel. Allí hay truchas y perdices frescas. Pues á la Cava Baja. Los tres jóvenes se pusieron en marcha. El aporreado parecía haber olvidado su aporreo, y charlaba como los otros dos.

Mientras el confesor Juan, que tal es el nombre del azotado, sufre este inícuo trato por amor de Cristo, y mientras á este santo mártir siguen otros quince, entre los cuales descubren nuestros ojos horrorizados y atónitos la mas varonil fortaleza en las mas delicadas criaturas, en el lindo page y la tierna doncella ; el rey Cordobés vive entregado á los placeres de la poesía, de la música y del amor, y no consiente siquiera que los Cadíes molesten á sus consejeros sometiendo á su conocimiento las causas de los infelices cristianos.

Es verdad replicaba el abuelo : atestáis de juguetes su escondite y de vestidos su ropero, como se echan mendrugos a los perros en su garita, para que no molesten con sus ladridos ni estorben con su presencia, y acaso, acaso, porque los vean gordos y lozanos los vecinos.

Al presentarse Tristán y mostrar en los ojos su sorpresa le dijo balbuciendo: Dispénsame, Tristán, me encuentro muy débil, me duele mucho la cabeza y temo que me molesten allí los ruidos de la mañana... Ya ves, está tan próxima a la puerta... Aquí hay más silencio... Está bien dijo Tristán fingiendo creer la disculpa . No te levantes mañana. Yo encargaré a todos que no hagan ruido.

Y tolo mundo pile pilestalo y no pagalo, ¿cosa ese? y contaba con sus dedos armados de largas uñas, impelealo, opisiá, tinienti, sulalo, ah, siño Simoun, ¡mia pelilo, mia hapay! Vamos, menos quejas, decía Simoun; yo le he salvado de muchos oficiales que le pedían dinero... Yo les he prestado para que no le molesten á usted y sabía que no me podían pagar...