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Sus haberes, dado el cargo que desempeña su marido, son suficientes a sus necesidades, porque aun cuando en el fondo no sea su fortuna muy considerable, es seguro que la irá aumentando rápidamente. En Chambery abunda poco el lujo, todas las fortunas son limitadas: tengo, pues, motivos para creer que ha de vivir con desahogo y tranquilidad.

Encuentro en él algo nuevo que le preocupa mucho. Parece que ha adquirido en Chambery relaciones con una joven inglesa, con quien tiene deseos de contraer matrimonio, y según cuenta, ella también le quiere; y ambos están resueltos, mediante el permiso de sus padres, a seguir adelante con sus relaciones. ¡Cómo se complace la Providencia en realizar mis más puros deseos!

Hay en Chambery dos buenos hoteles y otros muchos medianos, un teatrito, una catedral curiosa, algunos cafés, y una calle de tiendas elegantes. Desde Chambery á Ginebra, se encuentran algunos pueblos importantes: la campiña está bien cultivada, en cuanto se puede, y es muy limpio y alegre el aspecto de los pueblos que salen al paso desde Chambery á Ginebra.

La que hoy empieza a ocuparme es mi Susana, belleza de otro género, pero belleza incomparable que llamo la atención de toda la sociedad de Chambery y de la juventud de Piamonte, donde me la llevé cuando fuimos a acompañar a su hermana para el casamiento. No se oían más que elogios para ella, pero es tan cándida y sencilla, que no se preocupa lo más mínimo de su belleza.

A media legua de Chambery, capital de la Saboya , empiezan á verse las magníficas y numerosas casas de campo que la aristocracia de Saboya y los ingleses y alemanes que viajan han levantado en su derredor. Es un delicioso sitio de recreo en los meses de verano, con la agradabilísima vecindad de los Alpes, el pintoresco Chamouny, el Monte Blanco, el hospicio de San Bernardo, y los Glaciers.

Al sur se ven los valles del Ródano y el Arve, que se confunden á corta distancia de Ginebra, girando en direccion á la baja Saboya ó las provincias de Annecy y Chambery, y dominados por los contrafuertes alpinos y jurásicos, ostentándose en sus hoyas las gracias de la vegetacion artificial y las praderas, las altas curvas de los bosques de pinos y los grupos de algunas poblaciones.

Al poco tiempo, o sea el 21 de febrero de 1819, se ve que la obediencia de Cesarina se trocó en verdadera felicidad, al menos en apariencia. Domingo, 21 de febrero de 1819. El día 17 hemos llegado a Chambery; están los caminos intransitables y hemos hecho el viaje en largas jornadas. La mayor parte de la familia nos esperaba con impaciencia; hemos sido recibidos como príncipes.

La capital de la Saboya tiene muy pocos encantos para el viajero: solo hay dos calles buenas: al fin de la principal, se levanta un monumento consagrado á un hombre verdaderamente grande y modesto: es una fuente de mármol, coronada por una estatua de bronce, busto del ilustre ciudadano de Chambery que legó parte de sus inmensos bienes á los pobres; que levantó y fundó con bienes raices propios la casa de expósitos, que detras de su estatua se levanta, que creó y dotó una escuela de educacion gratuita para los pobres, y que hizo enfin otras muchas obras de relevante caridad, que granjeándole el amor de los que le conocieron, le ha asegurado la veneracion de los que viven y el respeto de los que vendrán.

Cesarina va allí muchas veces, y su cuñado, Luis de Vignet, el amigo de Alfonso, está casi siempre; hace versos y se los lee a las señoritas de la reunión; les ha leído también algunos, escritos por Alfonso, que han sido celebrados por la concurrencia: cuando se le interroga sobre su amigo, hace de él un elogio exagerado, le compara a cierto joven poeta inglés, cuyo nombre no recuerdo en este momento: únicamente que ha escrito poemas fantásticos que hoy gustan mucho, y les ha prometido presentar a su amigo cuando pasara por Chambery de regreso de Suiza: Alfonso se encontraba entonces en aquel país solo, y habitaba en la cabaña de un pescador a la orilla de un lago.

Actualmente habitan una magnífica quinta con un gran jardín al extremo de uno de los arrabales, situados a poca distancia de Chambery; esta quinta es el centro de reunión de la sociedad más distinguida e ilustrada de aquella deliciosa población. Allí se dibuja, se pinta, se dan conciertos, se monta a caballo; es una especie de cantón inglés transplantado a Saboya.