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Unas ondulaciones largas e irregulares conmovían el buque de tarde en tarde, pero la proa las saltaba con facilidad. En el comedor era menos numerosa la concurrencia. Muchos habían tomado su alimento sobre cubierta, temiendo marearse en el encierro de abajo. Luego de comer, la tranquilidad del mar serenó los ánimos y las digestiones, restableciéndose cierta alegría en el jardín de invierno.

La consabida mujer le salió al encuentro, después de haber tendido otra vez en el suelo su mantilla, y aceptó con cierta solemnidad la jarra y el vaso que el marinero le ofreció; en seguida colocó éste el pan y el queso sobre la mantilla, y sacó del bolsillo una navaja; calló de repente la concurrencia, lanzó el quinto gemido la mujer del glorificado, relamiéronse con fruición sus tres hijos, y la que tenía la jarra llenó con admirable pulso, hasta los bordes, el primer vaso de aguardiente.

Es forzoso, por lo tanto, que consigne una gran satisfacción que tuve luego; mi vanidad de madre se manifiesta demasiado, ya lo comprendo, pero... En una sesión pública celebrada por la Academia de Mâcón, hará unas tres semanas, a la cual asistió una multitud inmensa, todo el consejo general, todas las notabilidades de la ciudad y sus inmediaciones, leyéronse muchos e interesantes trabajos; M. de Lacretelle, un capítulo de la «Historia de la Restauración»; M. Quinet, joven gallardo y distinguido por sus conocimientos, un fragmento de un «Viaje a Grecia»; Alfonso debía recitar versos, se le esperaba con impaciencia; cuando llegó su turno, resonó un aplauso general; la concurrencia se puso en movimiento gritando, la mayor parte, que quería verle; colocose en un sitio convenientemente elevado para poder satisfacer los deseos del público, y empezó por una breve improvisación en prosa, suplicando y agradeciendo la benevolencia de sus conciudadanos y manifestando cuánto era su agradecimiento por el anticipado favor que se le dispensaba; este exordio gustó muchísimo y los aplausos se repitieron con entusiasmo.

Horrorizóse la concurrencia, y todos salieron a su encuentro deseosos de ver a la banquera desorejada.

Aquella doble maternidad fue la recompensa de su vida. La prueba de un alma. Durante el verano de 188... la concurrencia de bañistas fue en Saludes mayor que nunca: desde la fundación del balneario no se había visto allí tanta gente, ni tan lucida y bulliciosa.

Como es natural, hube de trabajar mucho para preparar el recibimiento a tan numerosa concurrencia. Había dispuesto la sala comedor, que es muy grande, para salón de baile; la hice tapizar de un tejido verde, e iluminar muy bien.

En esto del tedio, hay algo que advertir por lo que toca al banquero, por de pronto. No se divertía don Mauricio gran cosa que digamos; pero de aquella misma insubstancialidad de conversaciones, de aquella pequeñez de concurrencia, sacaba él atrevimientos y familiaridades de que estaba muy necesitado para contrarrestar los invencibles titubeos de su naturaleza.

Un invernáculo incomparable, inundado de luz eléctrica; la mesa instalada en el invernáculo, bajo un parral cargado de racimos... en el mes de abril, y se podían sacar cuantos quisierais! Sólo los accesorios del cotillón parece que habían costado cuarenta mil francos. Alhajas, bomboneras, y mil adornos deliciosos... que rogaban a la concurrencia se los llevara.

Hasta él llegaba el rumor de la concurrencia, mayor que otros días, con motivo de su llegada. ¿Qué iba a hacer allí? Hablar de los asuntos del distrito, de la cosecha de la naranja o de las riñas de gallos, describirles cómo era el jefe del gobierno y el carácter de cada ministro.

Era sábado, dia en que los visitantes pertenecen á la buena sociedad, porque se da en el palacio un gran concierto y la entrada cuesta el doble de los demás dias de la semana. La concurrencia era muy numerosa, y el vastísimo salón de los conciertos particulares estaba colmado.