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Esto último no lo decía, pero sus ojos revelaban la protesta contra las injusticias de la suerte, contra aquellos buenos mozos que, al empuñar una espada, se llevaban los aplausos, la popularidad y el dinero, sin riesgos mayores que los que afrontaban los humildes. Poco a poco fue Carmen habituándose a su nueva existencia.

El secretario del colegio comenzó a leer entonces los nombres de los alumnos premiados: levantábanse estos ruborosos y aturdidos por el miedo a la exhibición y la embriaguez del triunfo; iban a recibir la medalla y el diploma de manos del arzobispo, entre los aplausos de los compañeros, los sones de la música y los bravos del público, y volvían presurosos a sus sitios, buscando con la vista en los ojos de sus padres y de sus madres la mirada de inmenso cariño y orgullo legítimo, que era para ellos complemento del triunfo.

Todos los aplausos eran para Gallardo. El público saludaba su primera aparición en la arena luego de la tremenda cogida que tanto había dado que hablar en toda la Península. Cuando llegó el momento para Gallardo de matar su primer toro, volvió a repetirse la explosión de entusiasmo.

Gante, 3 de noviembre. Mis dos primeras conferencias han salido muy bien; he recogido no pocos aplausos y, lo que es mejor, he tenido un auditorio numeroso y entusiasta.

De aquí que no fueran generales, aunque muy nutridos, los aplausos que acogieron la proclamación del rey de armas, anunciando los nombres y títulos de los caballeros ingleses que estaban prontos, "por su Dios, por su patria, por su rey y por su dama," á combatir contra cuantos hidalgos les hiciesen la honra de romper lanzas con ellos.

El legislador no ha de discutir, sino mandar. Ni es propio de él establecer las leyes con disputas, sino en virtud de su autoridad. Sus graves asuntos no piden aplausos ruidosos como en el teatro, sino disposiciones encaminadas al bien del pueblo. Masdeu, XIII, 277. Aschbach, Geschichte der Ommaijaden, s. 272. Masdeu, XIII, 198.

Allá os lo habed con vosotros mismos, que sois corchetes de la Fortuna, dando las más veces premio a lo que aun no merece oídos, y abatís lo que merece estar sobre las estrellas; pero no se me da de vosotros dos caracoles: hágame Dios bien con mi prosa , entretanto que otros fluctúan por las maretas de vuestros aplausos, de quien nos libre Dios por su infinita misericordia, Amén, Jesús.

Gallardo pareció llenar el redondel con su movilidad y su atrevimiento, ansioso de vencer a todos los compañeros y que los aplausos fueran sólo para él. Nunca le habían visto tan grande los entusiastas.

Estaba mirando las monedas. Al verle de aquella suerte, sentado en el suelo, cubierto de andrajos y la cabeza desnuda al sol, me sentí conmovido. ¡Será posible que ese desdichado sea un literato; que haya escuchado los aplausos del público y alternado con los hombres más distinguidos de España!

Será una debilidad, pero lo cierto es que los aplausos, no sólo cosquillean agradablemente el amor propio del orador, sino le dan ingenio, animación y elocuencia; son como un trampolín desde el que se lanza uno con un aumento de vigor. Esta mañana, al abrir un periódico de Francia, he leído la muerte casi repentina de Marignol. ¡Pobre hombre!