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Pasó tiempo, y el hombre aquel, de rostro jimioso y figura mezquina, continuaba acumulando cáscaras vacías en un montoncillo, que crecía conforme mermaba el de las llenas; y Ponte, que le tenía delante, principiaba a inquietarse de las miradas furibundas que como figurilla mecánica de caja de música le echaba, a cada vuelta de manubrio, el comedor de caracoles.

«¿Sirven estos ramos de caracolesdijo la del guarda de consumos, mostrándolos en la puerta de su casa. Ya lo creo. Llévalos. Y , Rita, recógete esas melenas, mujer, que pareces una cómica. Es preciso que estéis todas muy decentes. La mujer del sereno se disponía a encender el farol de su marido y a ponerlo colgado del chuzo en la reja de la cocina.

Y como el otro repitiera con la cabeza los signos negativos, Torquemada se desconcertó más, y alzando los brazos, con lo cual dicho se está que la capa fué á parar al suelo, soltó esta andanada: «¡Tampoco al cinco!... Pues, hombre, menos que el cinco, ¡caracoles!... á no ser que quiera que le también la camisa que llevo puesta.... ¿Cuando se ha visto usted en otra?... Pues no qué quiere el ángel de Dios.... De esta hecha, me vuelvo loco.

Le explicó la manera de acogotar una gallina sin que alborotase, le mostró la manera de coger los higos y las ciruelas de las huertas sin peligro de ser visto, y le enseñó a conocer las setas buenas de las venenosas por el color de la hierba en donde se crían. Esta cosecha de setas y la caza de caracoles constituía un ingreso para Tellagorri, pero el mayor era otro.

Para estas fiestas, en las cuales cantaban las excelencias y las antigüedades de sus Anitis, se adornaban las mujeres tiñéndose de negro los dientes y blanqueándose el pelo, completando el adorno conchas, caracoles, plumas, insectos de colores y hojas de plátano. Los hombres se rapaban el pelo, yendo completamente desnudos.

Sin embargo, f..., con un poco de habilidad y trabajándolo bien, acaso con el tiempo.... Para entonces necesitábanse algunos hombres que no tuviesen inconveniente en invertir un buen capital. Si no los hallaba en España, iría al extranjero a buscarlos.... Calderón, al oir hablar de un negocio, se encogía como los caracoles cuando los tocan.

¡Hombre, por Dios! ¿Quién dice? ¿El Duque de Sexto? Usted se empeña en no pasar del año de la Nanita. Si eso es del tiempo de la guerra de África, Sr. de Ponte, o poco después afirmó el de los caracoles . Yo me acuerdo... cuando la unión liberal... Era Ministro de la Gobernación D. José Posada Herrera.

Se colocaron los ramos de caracoles, cajitas de dulce y estampas; y por fin, los retratos de los dos sargentos hermanos de Juan Antonio, con su pantalón rojo, muy a lo vivo, y los botones amarillos, asomaban por entre las ramas de pino, como soldados que están en emboscada acechando al enemigo.

A la tercera o cuarta llamada, Fortunata movió ligeramente los párpados, y desplegando los labios, apenas dijo: «Nene...». xiv «¡Caracoles!, esta mujer se va... ¡Y yo solo aquí con ella!, y el crío allá abajo. ¡Van a decir que le he robado! Anda, los ladrones serán ellos. Que digan lo que quieran. ¿A , qué? Les presento el papelito firmado por ella, y en paz. ¡Pobre mujer!

Como pronto habían de tener casa de techos altos, esto no era inconveniente. También le hizo adquirir el de los caracoles unos muebles chapeados de palosanto, y algunas alfombras buenas, que tuvieron el acierto de no colocar, extendiendo sólo retazos allí donde cabían, para darse el gusto de pisar en blando.