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«¿Sirven estos ramos de caracolesdijo la del guarda de consumos, mostrándolos en la puerta de su casa. Ya lo creo. Llévalos. Y , Rita, recógete esas melenas, mujer, que pareces una cómica. Es preciso que estéis todas muy decentes. La mujer del sereno se disponía a encender el farol de su marido y a ponerlo colgado del chuzo en la reja de la cocina.

La vida sin lectura de revistas, sin conocer lo que se pensaba en Europa, le parecía intolerable. Perdía las noches enteras en la redacción, y rara vez cogía una pluma. Al principio, le habían encargado que redactase sucesos, que inflase telegramas. El director se interesaba por él: deseaba incluirle en la plantilla de la casa y que gozase de un sueldo igual al de un guardia de Consumos.

No soy poeta, D. Ramón; soy crítico. Pues me había dicho el amo que era usted poeta... De todas maneras, se lo contaré ya que V. tiene curiosidad... Verá V. como es una tontería que no merece la pena... ¡Pero vístase V., criatura, que se está helando! El año de cincuenta y ocho vine a Madrid con una comisión del Ayuntamiento de Valencia para gestionar la rebaja de la cuota de consumos.

Se ha proyectado en otros tiempos estender ese estanco á todas las provincias del Archipiélago; pero no se ha llevado á efecto, porque las autoridades han considerado que los productos de varias islas no compensarian los gastos de administracion y resguardo del ramo; pero este cálculo es muy errado, porque ademas de que esa falta de productos es un mal pasajero en los primeros años del establecimiento de los estancos, y hasta que estos no se regularicen, la sola prohibicion de sembrar libremente tabaco en las islas exentas hasta hoy, estinguiria el foco del gran contrabando que se hace en las provincias de la isla de Luzon, y este solo aumentaria un doble cuando menos los consumos de los estancos de ésta.

Montones de estiércol y paja rompían a lo lejos la uniformidad del suelo; aquí y allí tapias de ladrillo de color de polvo, letreros industriales sobre faja de yeso, casas que intentaban rodearse de un jardinillo sin poderlo conseguir; más allá tejares y las casetas plomizas de los vigilantes de consumos, y en todo lo que la vista abarca un sentimiento profundísimo de soledad expectante.

Sobre todo, algunos de ellos eran habilísimos para formar un enredo, haciendo previamente tontos a todos los personajes por medio de una serie de equivocaciones chistosísimas, hasta que al final uno de ellos, iluminado súbitamente, exclamaba: «¡Ah! ¿Conque usted no es el guarda de consumos, sino el arcipreste de...? ¿Y usted no es el padre, sino el nieto de mi amigo Pérez?... ¡Ahora lo comprendo todo

El entusiasmo les hacía feroces; creían que era el mismo gobierno lo que quemaban al son de la Marsellesa, y los industriales soñaban despiertos en la rebaja de la contribución; los de las blusas blancas en la supresión de los Consumos y el impuesto sobre el vino, y las mujeres, enternecidas y casi llorosas, en que acabarían para siempre las quintas.

Pepeta pasó entre los obreros de los arrabales que llegaban con el saquito del almuerzo pendiente del cuello, se detuvo en el fielato de Consumos para tomar su resguardo unas cuantas monedas que todos los días le dolían en el alma , y se metió por las desiertas calles, que animaba el cencerro de la Ròcha con un badajeo de melodía bucólica, haciendo soñar á los adormecidos burgueses con verdes prados y escenas idílicas de pastores.

Los tranvías llegaban con grandes cargamentos de gente madrileña; esparcíanse por hornos y tabernas las blusas y los mantones, los anchos sombreros y las negras gorras, buscando el vino y la carne, más baratos que en la villa por expenderse al otro lado de la ronda de Consumos.

Porque me va usted a pedir cosas que... me tendré que ir de la casa y no me trae cuenta, porque el señor, cuando venga, va a emplear a mi papá en consumos. Yo emplearé a tu papá y a toda tu familia. ¡Qué fuerte se conoce que le ha entrao a usted! Por supuesto que no me extraña, porque a mi señorita toos los hombres se la comen con los ojos...; verdad que se quedan iguales, con las ganas.