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Parece un pajarito que a todas horas está cantando. Nos tiene un cariño, un amor... que.... ¡Si te diga que pareces de la familia! ¡Qué cuidados con Carmen! Es muy viva, muy sabia; escribe que es un, ¡encanto! Ya conoces su letra; ella escribe cuando yo estoy con la jaqueca. La pobrecita ha sido muy desgraciada. ¡Dios le un buen marido!... Pues... pedírselo a San Antonio.

¡El respeto á la libertad! continuó el doctor dirigiéndose á su primo. Oyéndote, me pareces igual á un filántropo loco, que en una colección de fieras, se indignase ante la jaula de una pantera. Y Aresti, en su exaltación, mimaba la escena, al mismo tiempo que la describía de viva voz. El filántropo ideal compadecía á la bestia, ¿Con qué derecho la tenían entre hierros?

Te pareces a tu abuelo... ¡Igual a todos los de tu familia! Y ocultaba su verdadero pensamiento; callábase el único parecido que le conmovía: la semejanza de Jaime con su padre, cuando éste era oficial de marina y venía a verla en tiempos ya remotos. Sólo le faltaban para ser idéntico a su progenitor el uniforme y los lentes... ¡Ah, monstruo de liberalismo y de ingratitud!...

Está bien, hombre: se hará lo que se pueda, pero no llores más, ni sueltes esas oraciones, que pareces don Pablo, mi principal, cuando le hablan de Dios. Veré a Mariquita: le hablaré de ti: le diré a la muy indina lo que merece. ¿Qué; estás ya contento?... Rafael limpiábase los lagrimones, y sonreía con sencillez infantil, mostrando sus dientes cuadrados, de nítida blancura.

¿No he de conocerle si me he criado entre lodo? Pero tu lenguaje es escogido, Amparo: tus maneras riñen con tu posición, pareces una señorita disfrazada. Lo debo al padre Ambrosio; lo debo a los libros que leo. Y...¿qué libros te ha dado a leer ese religioso? Cuando supe leer y escribir, me puso en las manos la imitación de Cristo del padre Kempis.

Llegada la noche, inquietó a Barbarita la tardanza de Jacinta, y cuando la vio entrar fatigadísima, el vestido mojado y toda hecha una lástima, se encerró un instante con ella, mientras se mudaba, y le dijo con severidad: «Hija, pareces loca... Vaya por dónde te ha dado... por traerme nietos a casa... Esta tarde tuve la palabra en la boca para contarle a Baldomero tu calaverada; pero no me atreví... Ya debes suponer si la cosa me parece grave...».

Ya te he dicho muchas veces que me pareces aquel hombre de quien se dice que vino al mundo con un día de retraso, y en toda su vida no pudo ya recobrarlo. Ya lo .

Me pareces triste, Quilito; estás paliducho, con muchas ojeras... vamos a ver, ¿de qué lado te duele?

Mira cómo tiemblo; es la impresión, que aún no ha pasado, el susto de ver descubierto mi secreto. ¡Un hombre como descendiendo hasta , fea y enferma para siempre...! No; no me hables del otro. Lo olvidé hace mucho tiempo; ¿cómo voy a recordarlo ahora que me haces la limosna de tu cariño? No, Gabriel; eres el más grande y el más bueno de los hombres. Me pareces un dios.

No pareces hermana de un redactor de La Independencia... Escríbele, , porque yo, Dios sabe cuándo podré coger la pluma. ¿Y qué le digo? Lo que quieras. Bien; le diré que la quieres mucho y que deseas casarte con ella a escape. ¡Eso; y que es más guapa que la virgen del Carmen! Calla, bruto. Voy ahora mismo, no sea que te vuelvas atrás.