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En sus cortos momentos de ocio aparecía como hombre sosegado, indiferente, linfático; pero así que tenía las cartas en la mano, o el taco, o las fichas del dominó, adquiría su figura brío inusitado, el rostro se le mudaba, las manos se estremecían como potros refrenados, los ojos expresaban la energía recóndita de su alma. Inspiraba generales simpatías en la población y las cercanías.

Don Cleofás dijo que se llamaba el Engañado, y el Cojuelo, el Engañador, sin entenderse el fundamento que tenían los dos nombres; y repartiendo los asuntos para la academia venidera, nombraron por presidente della al Engañado y por fiscal al Engañador, porque el oficio de secretario no se mudaba, haciéndoles esta lisonja por forasteros, y porque les pareció a todos que eran ingenios singulares.

Pero después, cuando Muñoz llegaba a su presencia, ávido y tembloroso de la felicidad leída, todo el encanto se mudaba en decepción. Entonces se complacía en hacerle sufrir y de sus lindos labios sólo salían palabras de burla. ¿Por qué le preguntaba Muñoz desesperado por qué no es usted la Adriana de sus cartas? Ella, sin responder, sonreía vagamente.

Despues que aquesta isla se tomaba, Un dia noticia cierta se ha tenido, Que Zapican su ejèrcito mudaba Al Uruguay, que es rio muy crecido. Al tiempo que el cristiano reposaba Con su gente y canoas ha subido; De aquesto dan noticia los cristianos, Que se escapan huyendo de sus manos.

Algunos, Visita y Paco entre ellos, querían coronarlo, pero él prefirió correr a su cuarto para mudarse de pies a cabeza. Entró con él la Regenta para ayudarle. ¿Y don Fermín? preguntó. Tu don Fermín es un botarate, hija mía, y perdona contestó Quintanar de mal humor, mientras se mudaba los calcetines. Y refirió a su mujer todo lo que les había sucedido, menos el hallazgo de la liga.

Tenía alquilado un cuarto en la plaza de la Independencia, con un solo criado a su servicio. Comía fuera de casa, generalmente en el Casino. Cuando iba a alguna reunión o le tocaba el turno del Real, el criado le traía la ropa en un cajoncito expresamente fabricado con este objeto, y en el mismo Casino se mudaba.

El consuelo de ver sazonados tan presto para el cielo aquellos poco antes silvestres frutos, endulzaba los trabajos y fatigas de aquel varón apostólico y le animaba á emprender otras santas correrías; pero se frustraban sus santos intentos, mientras no mudaba su pueblo á mejor temple y á aires más saludables, porque aquellos bárbaros no querían reducirse al gremio de la santa Iglesia por temor de la peste, que mucho tiempo antes parece se había arraigado en aquel sitio, por cuya causa se mudó la Reducción á otro paraje más cómodo y menos nocivo.

Lucía, exhausta con tantos esfuerzos, y con el esmero incesante a Pilar consagrado, mudaba las rosas de las mejillas en azucenas, y adelgazaba notablemente, a pesar de comer con buen apetito. Una mañana, Duhamel la llamó aparte, y la dijo en su chapurrado característico: Cuidarse, menina.... Conservar-se.

Todos parecían estatuas, menos Octavio, que á menudo mudaba de postura haciendo rechinar la silla. Realmente, parece que han traído ustedes el buen tiempo consigo dijo al fin. Hoy es el primer día bueno desde hace lo menos quince. ¿De veras? dijo el conde, sin dejar de atender á los cristales.

Entonces me lo dijo con una sangre fria, con un aplomo, con una conciencia de su buen derecho, que yo le escuchaba y no comprendia qué queria decirme. ¡Cuitado de mi! Me mudaba por ahorrarme 50 francos mensuales, y aquel hombre me pedia 67. ¿Qué es esto? Yo tengo el defecto de que doy demasiada importancia al no quejarme, al sufrir en silencio; pero esta vez no quise callar.