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Ya soy redactor exclamé alborozado, y echeme a fraguar artículos, bien determinado a triturar en el mortero de mi crítica cuanto malandrín literario me saliese al camino en territorio de mi jurisdicción. Pero ¡ay de mi! insensato, qué chasco sobre chasco, vivo hoy tan desengañado de periodista como de autor de comedias.

Ambos vacíos tienen sus acerbos detractores, y unos u otros se han de ensangrentar en el triste Fígaro. ¡Oh qué placer el de ser redactor! ¡Bueno! Traduciré noticias; al trabajo; corto mi pluma, desenvuelvo el inmenso papel extranjero; aquí van tres columnas. ¿Tres columnas he dicho? Al día siguiente las busco en la Revista, pero inútilmente. ¡Señor director! ¿qué se hicieron mis columnas?

El redactor principal del N ... le contestó el secretario, director de una sociedad filantrópica, caballero de Carlos III, por una oda dedicada al rey; socio honorario de todos los clubs revolucionarios de París, por una elegía á Marat.... ¡Redactor del N!... exclamó admirado el interpelante. ¿Entonces hay en Madrid dos periódicos de ese nombre! No, señor don Silvestre.

Ayudante del 1er. Redactor de «Cuba» y Corresponsal del mismo en campaña.

El «capitán P.» no podía ser sino el capitán Pérez... Y todo el Tandil se conmovió con la noticia. ¿Sería verdad?... ¿Qué harían ahora los Itualde?... Pero nadie se conmovió más que Jacinto Luque, el joven poeta barbilampiño y melenudo, redactor de El Correo de las Niñas. Con su viva inteligencia y su conocimiento del periodismo local pronto sospechó que se trataba de una insidia de Esperoni.

Consagrado ahora al periodismo, es redactor del diario filipino "La Vanguardia". Adora a Rubén y Villaespesa. Romántica dalaga que lloras, dolorida, con tu alma de azucena, sin luz, desfallecida, en medio de la senda de la desolación. Del astro de tu angustia suprema a los reflejos, bardo de ensoñaciones, vengo a , de muy lejos, con la lira enlutada y triste el corazón.

Me dolía ya la cabeza... Al buen periodista nunca le debe doler la cabeza... ¡Oh, qué placer el de ser redactor! Dejémonos de fárrago, yo no sirvo para él. Vaya un artículo profundo; ojeo el Say y el Smith; de economía política será. Grande artículo me dice el editor, pero, amigo Fígaro, no vuelva usted a hacer otro. ¿Por qué?

A la mañana del siguiente día, dedicado a descansar del viaje, recibió Pérez la tarjeta de un tal «Jacinto Luque, redactor de El Correo de las Niñas». E hizo entrar al visitante...

Se gritaba en unos corrillos, se cuchicheaba en otros y se agitaban todos..., y bullía entre ellos el redactor de La Correspondencia con el lápiz en una mano y las cuartillas de papel en la otra, apuntando lo que se decía, lo que se pensaba y hasta lo que no se había soñado; y don Simón, tomando de cada grupo las frases necesarias, sólo sacaba en limpio que todo aquel hervidero humano era un puro cabildeo para tirar un día más en el poder los que mandaban, o para hacérsele soltar los que le querían.

También tratamos de tener al menos a un estudiante- redactor verdaderamente multilingüe, de modo que los lectores puedan corresponder con nosotros en otros idiomas que el inglés." Caoimhín, que imparte sus clases en gaélico escocés, escribe en mayo de 2001: "Respecto al porvenir de los idiomas en peligro, el internet tiende a acelerar las cosas en ambas direcciones.