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Al día siguiente comía en casa de mi tía Medea con don Benito y mi tío Ramón. Hacíamos la crónica del baile antes de sentarnos a comer, pero, al ocupar nuestros asientos, la conversación varió de tema. Mi tía había tenido aquel día una furibunda reyerta en su Sociedad Filantrópica a propósito de no sé qué bazar en que sus colegas se habían permitido prescindir absolutamente de ella.
Dignas de la epopeya son tales luchas, pero no se puede negar que son brutales y harto impropias de la civilizada y filantrópica edad en que vivimos. Bien están en la Iliada los juegos que celebra Aquiles en honor de Patroclo y la lucha del hijo de Panopes con el gentil Eurialo, a quien sus amigos retiran de la arena vencido, arrastrando el mísero los pies, y de la boca sangre arrojando turbia.
El redactor principal del N ... le contestó el secretario, director de una sociedad filantrópica, caballero de Carlos III, por una oda dedicada al rey; socio honorario de todos los clubs revolucionarios de París, por una elegía á Marat.... ¡Redactor del N!... exclamó admirado el interpelante. ¿Entonces hay en Madrid dos periódicos de ese nombre! No, señor don Silvestre.
En esto entró Blas, el criado de Juan con la mesita, ya puesta, en que había de almorzar el enfermo. Poco después apareció Jacinta trayendo platos. Después de saludarla, Aparisi le dijo: «Guillermina me ha dado un recado para usted... Hoy no hay odisea filantrópica a la parroquia de la chinche, porque anda en busca de ladrillo portero para cimientos.
Mi tía Medea había tomado parte en dos revoluciones chingadas y pertenecía a la oposición. El único puesto público que conservaba, era el de la Sociedad Filantrópica, donde la fila de sus contemporáneas se había raleado notablemente. Una nueva generación política y literaria había invadido la tribuna, la prensa y los cargos públicos.
Y dejando abandonada a su propio impulso la filantrópica tarea de enardecer el fervor de sus operarios, retiróse a un rincón con el diplomático, llevando en la mano un fino trapito cuadrado y una bandeja de plata para colocar las hilas. Nada sabía aún Currita de Jacobo, y al ver entrar al sabio Mentor, figurósele que este le traería noticias del prófugo joven Telémaco.
Palabra del Dia