United States or Cyprus ? Vote for the TOP Country of the Week !


, hijo mío, aquí estoy viéndote llorar como San Pedro después que hizo la canallada de negar a Cristo. ¿Te arrepientes de lo que has hecho? , ... amri... ¡Haber pegado ti!... ¿Doler ti mocha? ¡Ya lo creo que me escuece! Yo malo... yorando días mochas, poique pegar ti... Amri, perdoñar ... ... perdonado... Pero no me fío. Tomar palo le dijo alargándoselo Venir qui... cabe .

-Quiero decir -dijo don Quijote- que, cuando la cabeza duele, todos los miembros duelen; y así, siendo yo tu amo y señor, soy tu cabeza, y mi parte, pues eres mi criado; y, por esta razón, el mal que a me toca, o tocare, a ti te ha de doler, y a el tuyo.

A su lado las palabras-promesas, palabras-manifiestos, regularmente coronadas, siempre escuchadas y creídas, pero tan ambiláteras como las otras; palabras-callos, endurecidas, incorregibles, que han de arrancarse de raíz si han de dejar de doler.

Cuando Lorenzo se encontró sobre el tostado, exclamó: ¡Qué caballo tan ancho! Así es; , señor; es un poco «sillón» le contestó Baldomero, pero ignorando Lorenzo la acepción en que se empleaba esta palabra, dijo a su vez: ¿Sillón?... Esto parece más bien sofá... ¡me hace doler las piernas! Pero tiene buen andar, don Lorenzo; y a éste puede castigarlo sin asco. ¿Es muy lerdo?

Su mente se acaloraba ante la temerosa contingencia de que el almuerzo saliera mal. Pero si salía bien, ¡qué triunfo! El corazón le latía con fuerza, comunicando calor y fiebre a toda su persona, y hasta la pelota de algodón parecía recibir también su parte de vida, palpitando y permitiéndose doler. Por fin, todo estuvo a punto.

Me dolía ya la cabeza... Al buen periodista nunca le debe doler la cabeza... ¡Oh, qué placer el de ser redactor! Dejémonos de fárrago, yo no sirvo para él. Vaya un artículo profundo; ojeo el Say y el Smith; de economía política será. Grande artículo me dice el editor, pero, amigo Fígaro, no vuelva usted a hacer otro. ¿Por qué?

Por fin Aguado la dejó explicarse, y ella se quejó de lo siguiente: «No le dolía nada, lo que se llama doler, pero tenía grandes insomnios, y a ratos grandes tristezas, y de repente ansias infinitas, no sabía de qué, y la angustia de un ahogo; la habitación en que estaba, la casa entera le parecían estrechas, como tumbas, como cuevas de grillos, y anhelaba salir volando por los balcones y escapar muy lejos, beber mucho aire y empaparse en mucha luz.

Lo siento, hija mía, porque nunca has recibido este castigo y te va a doler mucho. Las señoritas tenéis la carne delicada, no sois como nosotras, que estamos acostumbradas desde muy chiquitinas a la intemperie y a los golpes. ¡Ven acá!... Al mismo tiempo sacó del corsé una de las formidables ballenas, que entonces solían usarse.

Usted viene del mundo del espíritu y le han de doler los primeros pasos sobre esta tierra muerta y silenciosa. No me sorprende. ¡Ah, si no me dolieran más que los primeros pasos! Es cierto; lo peor en la vida del campo es la monotonía, y ésta crece y se hace irresistible con el tiempo. Por lo demás, no se debe negar que este país es hermoso y que encierra mucha poesía.

Era increíble la prisa y la destreza con que la cigarrera le azotaba por todo el cuerpo, principalmente por la cara y las manos, que era donde más había de doler.