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Tras un macizo de plantas estalló de pronto, como un cohete, el sonido de un piano, con acompañamiento de golpes de timbre. Isidro miró con admiración al muchacho de boina, pañuelito al cuello y anchos pantalones de odalisca que daba vueltas al manubrio. Pero ¡qué talento tenía aquel golfo! ¡Qué musicazo! Nunca había experimentado Maltrana igual impresión: ni en los mejores conciertos.

Las odaliscas turnaban en su favor con alternativas de escándalos y riñas, sin que el ilustre Ingeniero se decidiese formalmente por ninguna. Sentado en el hermoso sillón, daba vueltas al manubrio, deleitándole los chillones sonidos, que acompañaba con movimientos de cabeza.

En los breves momentos que la tocata cesaba, oíase el canto de un mirlo silbando la frase del himno de Riego, lo único que del tal himno queda ya. En la calle de Mira del Río tocaba un pianillo de manubrio, y en la calle del Bastero otro, armándose entre los dos una zaragata musical, como si las dos piezas se estuvieran arañando en feroz pelea con las uñas de sus notas.

Los balcones, abiertos por el calor, daban paso franco al estrépito del carruaje que rueda, del vendedor que chilla, del afilador que aguza los dientes con sus chirridos, del piano ambulante e infatigable, que desarrolla la general jaqueca con las vueltas de su manubrio.

El pobre muchacho hizo como que aprobaba la idea, sonriendo, y para dio unas cuantas vueltas al manubrio de la lógica: «Se te ha encargado que no descubras nada; se te ha dicho que tengas cuidado con lo que hablas delante de , dromedario, y , como todos, te empeñas en meterme en la cabeza la idea de que estoy viudo. No cuentas con que mi cabeza es un prodigio de claridad y raciocinio.

Su ilustre fundador, no pudiendo reprimir el fuego periodístico que le devoraba, se despojó a presencia de todos de la levita, y se puso a dar con energía al manubrio de la rueda-volante, hasta que el sudor brotó en abundancia de su despejada frente. Ejemplo señalado de entusiasmo y amor a la civilización que nos complacemos en referir para enseñanza de las nuevas generaciones.

El estómago se me quiere jubilar antes que lo demás del cuerpo, y ya debes suponer que faltando el jefe de la oficina... En fin, qué le hemos de hacer». Al llegar aquí, D. Evaristo tenía que alzar mucho la voz para hacerse oír, porque en la calle se situó un pianito de manubrio, tocando polkas y walses.

Venían de merendar en las Ventas y paladeaban la última alegría del vino barato, la tortilla de escabeche y la contemplación del mísero paisaje de las afueras, más abundante en techos de cinc, polvo y pianos de manubrio que en aguas y árboles. ¡Qué rabia me da esta gente! decía Teri mirándolos con hostilidad y evitando su contacto . No, rabia no; ¡pobrecitos!

Enteramente igual á un cíclope, si no tuviera dos ojos, era el tal una de las más poderosas palancas de la civilización moderna, porque había recibido de la Providencia la alta misión de mover el manubrio de una máquina de imprimir, que daba á luz diariamente millones de millones de palabras.

Comenzó a dar vueltas al manubrio del organillo y la gangosa melodía sonó otra vez. Maltrana dijo adiós a su tío; pero éste, antes de que se alejasen, tuvo un arranque de generosidad. Tomad lo que queráis. Ya que sois recién casados, os debo un regalo.