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Actualizado: 26 de junio de 2025
Al inglés le gustaban las setas; pues ya estaba Leto diciéndole dónde las había legítimas, sin la menor sospecha de hongo venenoso, y acompañándole a cogerlas... eso es: medio día de campo; que berros, pues en tal parte; y a buscar los berros; que caracoles o ranas o cualquier otra porquería de las muchas que devoraba aquel hombre... pues a ello los dos; que esta clase de caza o que la otra: lo mismo.
Durante el día, ni se lamentaba ni reñía, contentándose con zumbar perpetuamente, pero con mucha discreción, como los caracoles de mar cuando se acercan al oído. María se acercó rebujada en su chal y tiritando aún a una de las ventanas que daban a la huerta, cuyas tapias lindaban con el muelle.
Quedaron sólo dos, y el mentiroso continuó su perorata en estos términos: «Lo primero que habría que hacer era construir barcos de 95 a 100 varas de largo. ¡Caracoles! ¿Sabe usted que la lanchita sería regular? indicó un oficial . ¡Cien varas! El Trinidad, que santa gloria haya, tenía setenta, y a todos parecía demasiado largo.
Recuerdo también un octante antiguo muy grande y muy pesado, de cobre, con la escala para marcar los grados, de hueso. Sobre la consola solían estar dos cajas de té de la China, una copa tallada en un coco y varios caracoles grandes, de esos del mar de las Indias, con sus volutas nacaradas, que uno creía que guardaban dentro un eco del ruido de las olas.
¡Chico, quién te tose ahora!... le dijo el de los caracoles, la palabra dulce, el mirar terrorífico . Y es preciso que me des pronto una razón: ¿me cedes o no me cedes tu negocio? ¡Buena se puso mi mujer cuando le propuse no trabajar más! Creí que me mordía y que me sacaba los ojos.
Pues si tuviera usted mis años de pais, sabría que los pescan en la barra misma donde abundan mezclados con la arena. ¿Y su proyecto? Pues á eso voy. Obligaba yo á todos los pueblos del contorno, cercanos á la barra, á criar patos y verá V. como ellos, por sí solos, la profundizan pescando caracoles... Ni más ni menos, ni menos ni más.
Hacían grandes demostraciones de dolor en las muertes de sus parientes, y celebraban con bailes sus bodas y regocijos, constituyendo el principal adorno de sus galas, conchas y caracoles, engarzados en plumas y pequeños insectos de colores. El signo mayor de cariño consistía en pasar la mano por el pecho del que querían agasajar.
En ciertos días solía cambiar el guiso por el estofado, y en ocasiones muy contadas, por la pepitoria. Callos, caracoles, albóndigas y otras porquerías, jamás las probó.
Otras muchas palabras sé continuó el rapaz , como Crenom de Dieu, sacrebleu!, exclamaciones que se dicen cuando uno esta rabioso, en vez de ¡Caracoles! ¡Canastos! Doña María se levantó de su asiento... y se volvió a sentar. ¡Cómo me querían aquellos demonios de franceses! Uno de ellos sabía español y hablaba a ratos conmigo.
No me traigas pan alto, sino francés». Frente a Frasquito se sentaban dos que comían guisado, en un solo plato grande, ración de dos reales, y más allá, en el ángulo opuesto, un individuo que despachaba pausada y metódicamente una ración de caracoles.
Palabra del Dia
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