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Ved, ved ahí por qué digo yo que hace un siglo estoy teniendo paciencia; en vano me esfuerzo porque haya paz entre los míos; yo bien que vos y vuestro hijo y todos los que me rodean, me quieren, son leales, capaces de perder por la vida; pero todos reñís, todos os mordéis, todos procuráis parecer los más leales, á costa de los otros; y esto es un zumbar eterno que ya me atolondra, que me cansa, que me hace infeliz.

Después, aquel ruido cesó: oíase el zumbar del viento, largo, extendido, como en el campo, y sólo se oyeron los pasos de las mulas de la litera y los de algunas cabalgaduras que marchaban constantemente junto á ella. ¿Qué me queréis? dijo secamente el licenciado. ¿Es vuesa merced, como lo parece, alcalde de casa y corte? dijo aquel hombre, cuyo acento era indudablemente afectado.

Presentación guardó silencio. Al cabo de un rato aquél volvió a zumbar, incurriendo en flagrante contradicción. ¡Presentacioncita, por Dios, no me deje usted morir así! Después de una larga pausa se oyó la voz de la niña que profería estas notabilísimas palabras: Mamá, haz lo que quieras. Inmediatamente Timoteo se sintió en los brazos de su futura suegra.

Por otra parte, los pueblos obran siempre por reacciones; al estado de inquietud y de alarma en que Rosas los ha tenido durante quince años, ha de sucederse la calma necesariamente; por lo mismo que tantos y tan horribles crímenes se han cometido, el pueblo y el Gobierno huirán de cometer uno solo, a fin de que las ominosas palabras ¡mazorca!, ¡Rosas!, no vengan a zumbar en sus oídos, como otras tantas furias vengadoras; por lo mismo que las pretensiones exageradas de libertad que abrigan los unitarios han traído resultados tan calamitosos, los políticos serán en adelante prudentes en sus propósitos, los partidos medidos en sus exigencias.

El poderoso gigante sacudía de una manotada aquellos moscones venenosos; pero éstos volvían a zumbar en derredor suyo, le molestaban con sus terribles picaduras, y huían incólumes, sin temer la espada ni el cañón, pues estas armas no se han hecho para mosquitos. No podían los franceses apartarse de su Cuartel General como no fuera en grandes destacamentos.

Durante el día, ni se lamentaba ni reñía, contentándose con zumbar perpetuamente, pero con mucha discreción, como los caracoles de mar cuando se acercan al oído. María se acercó rebujada en su chal y tiritando aún a una de las ventanas que daban a la huerta, cuyas tapias lindaban con el muelle.

La hora ha sido deliciosa, los árboles están cargados de flores y capullos que perfuman el aire. Empiezan a brotar las hojas, a cantar los enamorados pajarillos y a zumbar los insectos. Es esta la época en que resucita la Naturaleza de su muerte aparente durante el invierno, y en que más se disfruta de ella en estos solitarios parajes.

A pesar del cansancio que sentía, permanecí no corto espacio de tiempo en la soledad de aquella galería, perdido en mis pensamientos, y con un leve zumbar de oídos, oía el silencio, que sólo interrumpía, de vez en cuando, el ladrar de un perro en el «real» no lejano. Por fin me metí entre sábanas, dejando la ventana abierta, y en seguida quedé dormido.

Y sin detenerse, sin volver la cara atrás, temeroso de ser cogido de nuevo, no paró de correr hasta que dobló tres esquinas. Entonces se detuvo y escuchó con atención. Nada se oía más que el rumor monótono y sostenido de la lluvia, porque seguía lloviendo, y el zumbar del viento pesado y fuerte á lo largo de las estrechas calles. Miró y tampoco vió nada, porque la noche era obscura.

Además... ¡el calor ecuatorial! ¡la asfixia que se apoderaba de ella a ciertas horas de la noche, oprimiendo su pecho, haciendo zumbar sus oídos, desarrollando ante sus ojos cerrados una cinta de visiones inconfesables, interrumpidas al fin por el sueño!... ¡Ah, John! ¡Pobre grandote, cómo deseaba verlo!...