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Señora... nada más natural repuso jovialmente el fraile, que era joven por más señas . Una bomba... ¡Pobre D. Paco!, no se ha sabido más de él... ¡Iban por la muralla!... Las dos niñas corrieron, corrieron... pobrecitas... Las recogimos en casa... se les dio agua y vino... ¡qué susto!, pobrecillas... a la señora doña Presentacioncita no se la pudo encontrar...

Yo observé la estupefacción de la muchacha, y le dije: ¿Le gusta a usted este espectáculo? Muchísimo. Nos habían dicho que era muy feo, pero es bonito. ¿Quién es aquel señor que está en medio del redondel? Es el presidente. Es el que dirige esto. Ya, ya... Y cuando quiera mandar una cosa, sacará el pañuelo y lo agitará en el aire. No, señora doña Presentacioncita.

¿Le gusta a usted? preguntó dilatando su boca para sonreír de tal modo que dejó estupefactos a los circunstantes a pesar de hallarse acostumbrados a los prodigios que la naturaleza solía obrar en su fisonomía. ¡Muchísimo! Es precioso... precioso... ¿Quiere usted oírlo otra vez? ¡Ya lo creo! Pues lo tocaré, lo tocaré, Presentacioncita dijo el artista lleno de condescendencia, rebosando de orgullo.

Todas las noches saco de mi cabeza una distinta. Las novelas inventadas son peores que las leídas, señora doña Presentacioncita. Vuelva usted a casa por las noches. Volveré. Lord Gray las entretiene a ustedes bastante. Lord Gray no va tampoco dijo con pena. ¿Y si supiera doña María que usted ha venido aquí? Creo que nos mataría. Pero no lo sabrá. Inventaremos algo muy gordo.

Nombré antes a los niños, y aquí repito, aunque Presentacioncita había dejado de serlo, a me hacía el efecto de uno de esos chiquillos sentenciosos, que con sus verdades como puños nos causan asombro y risa. Verdad es que la de Rumblar, aun haciéndome reír, me causaba al mismo tiempo tristeza.

Presentación guardó silencio. Al cabo de un rato aquél volvió a zumbar, incurriendo en flagrante contradicción. ¡Presentacioncita, por Dios, no me deje usted morir así! Después de una larga pausa se oyó la voz de la niña que profería estas notabilísimas palabras: Mamá, haz lo que quieras. Inmediatamente Timoteo se sintió en los brazos de su futura suegra.

Sóplenme ese ojo gritó otro. Señores, que el presidente nos va a echar a la calle y perderemos lo mejor de la sesión. Señora doña Presentacioncita dije yo a la muchacha bueno será que nos marchemos. La tribuna se alborota y no es prudente seguir aquí. Además los extraviados no parecen y debemos buscarlos fuera. Esperemos aún... En suma, Sr.

Buenas noches, D.ª Carolina. Buenas noches, D. Pantaleón. Buenas noches, Presentacioncita. Era horrible. Presentación le deseaba de todas veras la muerte. La actitud de Timoteo respecto a Godofredo, su aborrecido rival, estaba llena de calma y desdén. La mayor parte de las veces cuando se acercaba a la mesa no le daba las buenas noches ni le dirigía siquiera una mirada.

Esto, unido a cierto modo extraño y constante de sobarse las rodillas con la palma de las manos como si estuviera dándoles fricciones de algún bálsamo antirreumático, produjo en D.ª Carolina un movimiento de impaciencia que procuró refrenar con su amabilidad característica. Al cabo rompió. Señora, aquí Presentacioncita sabe perfectamente...

Pero ¿a qué vienen esos lloros?... ¿Qué han hecho las niñas? Señora dijo al fin D. Paco entre sollozos, hipidos y babeos ; me han pegado, me han arrastrado, me han... Asuncioncita se puso a imitar a la gente de los paseos. Presentacioncita bailó el zorongo, el bran de Inglaterra y la zarabanda... Luego pasó por la calle un caballerito, miró adentro y les arrojó este billete.