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Cuando volvió, me invitó a dar una vuelta por la placita, en que se había reunido alguna gente en derredor de los tocadores de arpa, y al amor de las hermosas hogueras de pino que se habían encendido de trecho en trecho. La plazoleta presentaba un aspecto de animación y de alegría que producían una impresión grata.

Aquella noche estaba Papitos de muy mal temple por la soba que se había llevado, y le tenía mucha tirria al señorito porque no se puso de su parte en la contienda, como otras veces. «Feo, tonto le dijo aguzando la jeta cuando le vio sentarse en la mesilla de pino de la cocina . Acusón, patoso... memo en polvo».

«¡Diablo de señor melifluo y almibarado! pensó don Marcelo . Hay que reconocer que es alguienHabían entrado en el puesto de mando, vasta pieza que recibía la luz por una ventana horizontal de cuatro metros de ancho con sólo una altura de palmo y medio. Parecía el espacio abierto entre dos hojas de persiana. Debajo de ella se extendía una mesa de pino cargada de papeles, con varios taburetes.

Y me puse a observar de nuevo mi rama de pino, mientras que el objeto de mi amor, desconcertado por el modo indiferente con que miraba yo su lúgubre proyecto, quedaba desconcertado. Pensé, prima, que abrigarais algún cariño por . La primera vez que nos vimos me encontrasteis tan amable.

Venían hablando de comida y de jornal: Yo, viendo que ninguno se meneaba, me planté como un pino ante el maestro, e le dije que, con el salario que él nos daba no alcanzábamos a llenar la olla a los nuestros, e que con la sopa de torrezno y el vil mendrugo de hogaza que de él recebíamos, se nos iba secando la enjundia. ¿Qué os respondió? Respondió: malos monjes seríais vosotros, picaronazos.

Añagualpo, que estaba muy pujante, En suerte le ha cabido á Vizcaino: El bravo indio se puso de delante Con pica que parece un grande pino. El mozo le encontró luego al instante Con su lanza, y aun hizo tal camino Por medio de los pechos de aquel perro, Que la espalda pasó su fino hierro.

Y convencida de que la fortuna que favoreció á los primeros Torrebianca acabaría por acordarse de su hijo, se alimentaba parcamente, comiendo en una mesita de pino blanco, sobre el pavimento de mármol de aquellos salones donde nada quedaba que arrebatar. Conmovido por la lectura de la carta, el marqués murmuró varias veces la misma palabra: «Mamá... mamá

No había pasado un cuarto de hora cuando los dos muchachos se encontraron con su padre en la sala grande de La Piña; era aquélla una habitación baja de techo, que tenía una estufa de hierro pintada de color plomo, con el suelo terrizo y unas largas mesas de pino perfectamente limpias con cola de caballo.

Tía Nisca logra ver el sitio que se destina á su hijo en la fragata. Sobre la carga que ésta lleva en sus bodegas, se han tendido unas tablas de pino; entre estas tablas y la cubierta, espacio mucho más bajo que la talla de un hombre, se han colocado en fila tantas colchonetas como son los pasajeros: una de ellas es la de Andrés. Este departamento es el que se conoce con el nombre de sollado.

En el centro de la cordillera tienen casas mayores, de tabla de pino, que labran toscamente con una especie de cuchillo de dos cortes que llaman talivong y bujías, el cual les sirve de arma. Usan también como ofensivas la lanza, que arrojan con gran acierto, y las flechas, en cuyo manejo son poco diestros y no alcanzan en esto á los negritos.