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Ella apandaba bonitamente el jornal de su marido y de sus hijos, que era una hermosa suma, y cada vez que había cobranza, parecíale que entraba por las puertas de su casa el mismo Jesús Sacramentado; tal era el gusto que la vista de las monedas le producía.
Los empleamos en el exterior, aunque con menos sueldo. ¿Y se necesita estar mucho tiempo en la mina para ponerse así? preguntó Ramoncito. Poco, poco murmuró el director; y añadió después: Ahí donde ustedes les ven, todavía se me escapan al menor descuido a la mina.... ¡El jornal de fuera es tan pequeño! ¿Cuánto ganan? Una peseta.... El máximum una cincuenta.
La ciudad era la urbe del tiempo romano, rodeada de leguas y más leguas de terreno, sin un pueblo, sin una aldea; sin otras aglomeraciones de vida que los cortijos, con sus siervos del jornal, mercenarios de la miseria, que se veían reemplazados apenas los debilitaba la vejez o la fatiga; más tristes que el antiguo esclavo, que al menos veía seguros hasta su muerte el techo y el pan.
Eran siete reales diarios que podía entregar a su hermano durante dos semanas, y él, que estaba habituado en otros tiempos a ver retribuido su trabajo con largueza, acogía este jornal como una fortuna inesperada. El Vara de palo protestó con indignación.
Roseta era la más callada y laboriosa. Para no distraerse en su trabajo, se abstenía de cantar y jamás provocó riñas. Tenía tal facilidad para aprenderlo todo, que á las pocas semanas ganaba tres reales diarios, casi el máximum del jornal, con grande envidia de las otras.
Un hecho nuevo, una nueva emocion, un nuevo trabajo, el jornal de otro dia; el plato de hoy; quizás una emocion contraria, acaso el plato que le envenena; pero la ley es devorar, la necesidad es sentir lo que no se ha sentido; la pasion es no envejecer en una idea, en un sentimiento, en una institucion: hoy una institucion, otro dia la contraria.
Su marido se bebe casi todo el jornal, y a mitad de semana, ¡claro! tiene la infeliz que apretarse la barriga... ¡Válgate Dios! Y las más de las noches viene borracho perdido a casa, y le da cada sopimpa que la deja por muerta. ¡Cuántas veces se va la pobrecilla a la cama sin cenar y harta de palos!... Luego quieren que una, viendo estas cosas... ¡Vaya, más vale callar!
De suerte que, estando el general en Guapás, no eran acaso tan conocidas y célebres, aunque el Emperador en el mismo año 1549 recibia por su quinto real, cada semana, treinta mil, y muchas veces cuarenta mil libras de plata: y en lugar de jornal se daba á los mineros, por el trabajo de una semana, una, y algunas veces, dos libras de plata.
Eso es un error, Luis dijo el millonario. El trabajo está mejor que nunca. La prueba es que en todo el mundo baja considerablemente el interés del capital, mientras sube con las huelgas y las reclamaciones obreras el tipo de los jornales. ¡Bah! dijo el doctor con gesto de desprecio. ¡El aumento de unos reales en el jornal!
Y el capataz habló a su hijo de la gran reunión que los trabajadores iban a celebrar el día siguiente en los llanos de Caulina. Nadie sabía quién daba las órdenes, pero el llamamiento había circulado de boca en boca por el campo y la sierra, y se juntarían miles y miles de hombres, viniendo hasta de los límites de la provincia de Málaga, todos los que ganaban el jornal en la campiña jerezana.
Palabra del Dia
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