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Actualizado: 21 de junio de 2025
Una gran bandeja de plata descansaba sobre la mesa, también reglamentaria, de pino. Cuando la monja dejó lista la cama, salió de la celda, dirigiendo breves palabras a las otras al pasar. Después volvió con un lío de ropa en la mano, que todas se apresuraron a tomar en las suyas abriéndolo, extendiéndolo y dándole mil vueltas.
Frente por frente de la puerta de entrada, hay en el muro una ménsula de madera de pino; sobre ella, una estatuilla, desdichada, de San José, en cartón piedra; al pie del santo, media docena de judías, media docena de garbanzos y un frasquito, con un líquido oliváceo y denso, y una etiqueta que dice: azeite.
Respondió Teresa que se viniesen con ella a su casa y verían el mensajero, que era un mancebo como un pino de oro, y que le traía otro presente que valía más de tanto.
Ora disertaba sabiamente sobre la aclimatación del pino; ora se permitía ligeras alusiones al asunto de los deslindes; y después, haciéndose más comunicativa, contaba ingenuamente su propia historia y la de su primer marido, sus luchas para la transformación de Rosalinda y sus proyectos de futuros embellecimientos.
Podíasele haber llamado fonda de la abstinencia, según era la falta de todo lo necesario para deleitar o cautivar al pasajero. Presidió, sin duda, a su construcción cierta tristeza artística. De excesivas dimensiones para el campamento y destartalada no producía la más remota idea de confort. Tenía, además, una rústica condición: sentíase en ella la humedad del bosque y el olor del pino.
Á ninguna parte, Padre, que se está muy quietecito. Los que andan por él son los que van y vienen. Ya tiene su merced bastante edad para saberlo. Oye, ¿qué debe hacerse con los pilluelos desvergonzados? Meterlos á frailes. Aquí el Prior no fué dueño de contenerse, y con paso ligero se encaminó al muchacho, resuelto á plantarlo de un puntapié en la copa de un pino.
Como un pino de oro. ¿Buen cristiano? Creo que sí. ¿Honrado? Á carta cabal. ¿Y la quiere mucho? Con toda su alma. ¿Y es discreto y valiente? Como un Gonzalo de Córdoba. Además es poeta elegantísimo, monta bien á caballo, posee otras mil habilidades, es muy leído y sabe de torear. Me alegro, me alegro y me realegro. Le casaremos con Clarita, aunque rabie Doña Blanca. Sí, querido maestro.
Su renacimiento venía de más lejos que el de Miguel. Se olvidó de lo que la rodeaba. Sus ojos continuaron abiertos, pero se habían borrado de ellos el mar, el cielo dulce del ocaso, hasta las ramas de pino que formaban un dosel silvestre sobre sus cabezas. De pronto volvió á contemplarlo todo, encorvándose al mismo tiempo para repeler al hombre.
En un país americano de clima frío, donde crecían lo mismo que en Europa el pino y el abeto y las montañas estaban coronadas de nieve, salía al encuentro del viajero el idioma castellano, y con él las viejas casas de escudos coloniales en el portón y los entonados señores de solemnes maneras semejantes a los hidalgos antiguos.
El bufón se sentó en un taburete de pino, y dijo á Quevedo: Ahora podemos hablar de todo cuanto queramos: mi aposento es sordo y mudo. Sentáos en ese viejo sillón, que era el que servía al padre Chaves para confesar al rey don Felipe II. Siéntome aunque me exponga á que se me peguen las picardías del buen fraile dominico dijo Quevedo sentándose.
Palabra del Dia
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