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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Detúvose Materne al salir del bosque, y dijo a sus hijos: Voy a bajar a la aldea para ver a Dubreuil, el posadero de La Piña. Y señalaba con el palo una amplia construcción blanca, cuyas ventanas, así como la puerta, se hallaban rodeadas de una franja amarilla, viéndose colgada de la pared una rama de pino a guisa de muestra.
No pases mas adelante Que mas lejos, abatido, Marchito y descolorido Verás al ombú gigante Hoy de la pradera rey: Y en su lugar la corona Verás alzarse del pino, Que unido al hierro y al lino Sirve al hombre en toda zona Para dar al mundo ley.
En cualquiera de ellos llegaría Freya. El primer día fué de oro y esperanza. Brillaba el sol en un cielo sin nubes; hervía el golfo con burbujas de luz, bajo una atmósfera inmóvil, sin que la más leve ráfaga rizase su superficie; el penacho del Vesubio era recto y esbelto, dilatándose sobre el horizonte como un pino de blancos vapores.
Había además tres o cuatro banquetas forradas de lo mismo y en idéntico estado, una estantería de pino llena de legajos, una caja pequeña de valores, una mesa de escribir antiquísima de nogal y forrada de hule negro, y detrás de ella un sillón tosco y grasiento donde se hallaba sentado el jefe de la casa. Aquel pequeño departamento estaba esclarecido por una ventana con rejas.
Ya era un rayo que daba sobre un monte, como el acero de un gigante sobre el castillo donde supone a su dama encantada; ya un león con alas, que iba de nube en nube; ya un sol virgen que de un bosque temido, como de un nido de serpientes, se levanta; ya un recodo de selva nunca vista, donde los árboles no tenían hojas, sino flores; ya un pino colosal que, con estruendo de gemidos, se quebraba; era una grande alma que se abría.
Las crías se aumentaban, los diezmos nuevos acrecentaban el piño de ganado, y a la vuelta de diez años se pudo calcular que la mitad del ganado de las estancias de una provincia pastora, pertenecía al comandante general de armas y llevaba su marca.
La mesa sobre que se jugaba era de pino, con tres pies y otro supuesto, que podía pedir limosna como ellos, un candelero de barro con una antorcha de brea, y los naipes con dos dedos de moho hacia cecina , de puro manejados de aquellos príncipes, y el barato que se sacaba se iba poniendo sobre el candelero.
Y concluye estampando que las armas del linaje de los Pizarro son: «escudo de oro y un pino con piñas de oro, acompañado de dos lobos empinantes al mismo y de dos pizarras al pie del trono». Estos genealogistas se las pintan para inventar abolengos y entroncamientos. ¡Para el tonto que crea en los muy embusteros! Acerca de la bandera de Pizarro hay también un error que me propongo desvanecer.
Encima se puso un paño de altar traído de la parroquia, que tenía un hermoso encaje. Trajeron luego las ramas de pino, y para colocarlas fue preciso improvisar búcaros con barrilitos de aceitunas y de escabeche, que Juan Antonio cubrió y decoró con pedazos de papeles pintados. Era papelista, y en su arte, con paciencia y engrudo, hacía maravillas.
Esta mañana ha venido a soñar a mi verde colinita... Allí está de pie, recostado contra un pino, con el tambor entre las piernas, tocando si Dios tiene qué... Bandas de perdigones espantados corren a sus pies sin que lo note. Las hierbas aromáticas perfuman el aire en torno suyo, sin que él las huela.
Palabra del Dia
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